
Alasitas
la era digital toca las miniaturas
Los
artesanos venden ilusiones a la gente que espera un mejor
año, pero el milagro del Ekeko son ellos. Lejos de
derrotar su negocio, la modernidad les abrió las puertas
a las últimas tendencias y modas que circulan por el
mundo. ¿El secreto ya no está en mantener la
tradición?
Seis meses de paciente trabajo demoró Benigno García
en reunir cerca de 7.000 aros y otras chucherías bañadas
en plata para la feria de Alasitas de este año.
Un alambre de cobre que parece sucio pasa por su prensa hasta
convertirse en delgada lámina del ancho de un anillo
que es cortada, soldada en sus extremos con un soplete a gasolina,
tallada a mano y bañada en electrolitos hasta convertirse
en aros, aretes, topos, filigranas e ilusiones. En sus curtidas
manos, el cobre se transforma en una delicada joya platinada.
Su abuela fabricaba igual las joyas. La orfebrería
de Alasitas es uno de los rubros que menos ha cambiado con
el paso de los años, incluso en la comercialización.
Benigno tiene 70 años y hace 60 que es expositor. Su
abuela comenzó el negocio y su madre acostumbraba a
llevarlo a la feria en la plaza de San Pedro, desde que tenía
cuatro años, para que vendiera la famosa suerte sin
blanca.
La joyería de plata no es vendida, sino sorteada. Cada
boleto cuesta un boliviano y si hay suerte a uno puede tocarle
un arete, un prendedor y, en el peor de los casos, un anillo.
Nadie pierde.
"A muchas parejas jóvenes les sale el aro y al
año siguiente vuelven al puesto de venta a agradecer
porque se casaron. Es el milagro del Ekeko", dice orgulloso
Benigno. Hace años los procedimientos eran más
rudimentarios. El soldaba el cobre con un soplete de boca.
La platería, con grabados tiwanacotas que es más
costosa y lenta en su fabricación, es escasa. Casi
nadie la compra.
Su único hijo, Dieter, de 30 años, es abogado.
Dejó la orfebrería, pero no la pasión
por la feria. Es dirigente de la organización de arte-
sanos y dedica su tiempo y energía a impulsar la organización.
Germán Bustos fabrica billetes, títulos profesionales
y otras miniaturas en cartón desde hace 30 años
junto a sus siete hijos, nueras y nietos. La novedad que trae
para este año son los euros.
Incursionó en el rubro cuando los billetes se fabricaban
en planchas y eran vendidos en tiras. Modernizó el
negocio cortando el papel moneda en fajos.
Sus hijos estudiaron computación y copiaron de la internet
los euros en cinco cortes. Aprendieron diseño gráfico
y ahora copian las marcas y envases de los principales productos
de la canasta familiar para fabricarlos en miniatura en su
pequeña imprenta armada en el sótano de su casa
del barrio de Villa Armonía.
En
algunos rubros artesanales la computación es una valiosa
herramienta para mantenerse al día con la moda, pero
sin descuidar la tradición. En todos los casos los
hijos de los artesanos se encargan de dar el toque de modernidad
al negocio antiguo de sus padres.
Bustos es un feriante año redondo. Lleva sus artesanías
por todas las ciudades, pueblos y al sur del Perú,
donde la magia de Alasitas pegó con mucha fuerza en
los últimos años, sobre todo en Puno y Cusco.
Allá el Ekeko fue bautizado con el nombre de Dios Andino.
El pondrá a la venta en Alasitas mil fajos de billetes
de varias monedas por un valor aproximado de 500 millones
de dólares.
A Humberto Vargas la promesa del Ekeko se le hizo realidad
en su propia vida. Era mecánico, pero una hernia lo
alejó de la actividad y para no morirse de hambre comenzó
a fabricar artesanías en venesta y madera. Hace toda
clase de muebles y adornos. El negocio le ha permitido sacar
adelante a su familia. Su hijo mayor es oficial de la Policía
Nacional; la segunda, abogada, y una tercera estudia Ingeniería
de Sistemas.
En su pequeño taller de Villa San Antonio una joven
pule hábilmente la madera en el torno. El cuenta que
ellas son más habilosas porque su acabado es más
fino.
En otro rincón dos muchachos de 14 y 15 años
funden plomo en cacerola para fabricar soldaditos de ese metal.
Su hija menor, que estudia Sistemas, está al tanto
de los nuevos diseños. Sigue de cerca la televisión
y las revistas de modas para variar el modelo de los muebles
y los cascos de casas antiguas que sirven para colgar llaveros.
Este año, la casa que ofrece Humberto está dotada
de iluminación.
Otra de las novedades es un pequeño estante de venesta
equipado con una computadora, impre- sora y dos parlantes.
Humberto enseña sus habilidades y secretos a quien
quiera aprender y con frecuencia lo buscan estudiantes que
quieren ganarse unos pesos para comprarse ropa y pagar sus
estudios. Ha llegado a tener hasta 18 operarios. En las paredes
de su sala cuelgan diplomas dados por los alcaldes de varias
ciudades, incluyendo Cusco y Puno, a donde lleva sus miniaturas.
A
Ana Monasterios, de 60 años, la pasión por fabricar
soldaditos de plomo se le está acabando con los años.
Su único hijo es contador y vive alejado de esos afanes.
Su mano derecha es su hermano Claudio, de 55 años,
dotado de una paciencia de santo. Pinta las manos, la cara,
los labios, los ojos, el uniforme, el fusil del Ejército
de soldaditos que tiene formado en correcto orden en la mesa
de la sala, donde se secan de la pintura.
Fabricar soldaditos de plomo es uno de los oficios más
antiguos de las Alasitas y no ha variado en el tiempo. Se
funde el plomo en cacerolas, se vacía en moldes de
fierro, se pule y pinta. A René Mendoza, de 37 años,
le ha tocado especializarse en el pintado de las artesanías
en yeso, negocio que comenzó su padre Juan de Dios
hace más de 40 años. El arte del yeso comenzó
con la fabricación de muñecas negras y chanchitos
de alcancía. Luego se popularizaron las figuras de
Buda y ahora la gama es mucho más amplia.
El contrabando de pequeños adornos de porcelana de
origen chino amenaza el negocio, pero los artesanos se han
dado modos para contrarrestar sus efectos. Imitan los modelos
y el acabado de esas figuras y le dan su toque.
René es un especialista en pintar los adornos de yeso.
Mezcla las tinturas al aceite hasta obtener tonalidades diferentes
y llamativas. Allí radica el arte y la competencia.
La oferta en yeso no tiene gran variedad. Los modelos son
los mismos porque los moldes de goma vienen del exterior.
La diferencia y el arte están en el acabado.
Una figura de 30 centímetros de alto muestra la Venus
recibiendo un beso de Zeus. El dios griego está desnudo
y su cuerpo es perfecto. René ha logrado obtener una
tonalidad tan idéntica al color de la piel que parece
que la figura estuviera transpirando.
Estos artesanos no apelan a la televisión o a la internet,
su fuente de actualización es el contrabando de adornos
chinos. También entre ellos hay piratería. Algunos
logran obtener un modelo exclusivo tallando pacientemente
un molde en arcilla que otros copian.
Las Alasitas movilizan a más de 4.000 artesanos y a
muchas empresas grandes y medianas durante las tres semanas
que dura la feria. Varias financieras implementaron un novedoso
sistema para ganar plata en esos días. Prestan un pequeño
capital a los expositores y cobran pequeñas cantidades
cada día conforme avanza a la venta hasta recuperar
su capital y ganancias.
La tradición comenzó en 1781 cuando el gobernador
de La Paz Sebastián Segurola ordenó oficiar
una fiesta anual en honor de una deidad que los antiguos kollas
llamaban dios de la fortuna, y en agradecimiento porque la
ciudad se salvó del cerco indígena de Julián
Apaza. Dos siglos después, la fiesta andina traspasó
los linderos paceños y ha llegado a las naciones vecinas.
Es que el sueño de la abundancia no tiene fronteras.
|