Haití: Fuerte sismo en la isla hace recordar la tragedia en 2010

Al menos 12 muertos por un fuerte sismo que vuelve a colocar al pequeño país caribeño en alerta ante la fragilidad del mismo.

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La ciudad de Port-de-Paix, en el departamento Noroeste de Haití. Foto: AFP
La ciudad de Port-de-Paix, en el departamento Noroeste de Haití. Foto: AFP

Al menos 12 muertos por un fuerte sismo que vuelve a colocar al pequeño país caribeño en alerta ante la fragilidad del mismo.

Por lo menos 12 personas murieron y 188 resultaron heridas por un sismo de magnitud 5,9 que sacudió la noche del sábado la costa noroeste de Haití generando pánico en varias ciudades, informaron las autoridades.

Según el ministerio del Interior, en el nuevo balance que amplió las cifras de víctimas y heridos, ocho de las muertes ocurrieron en la costera Port-de-Paix, tres en Gros-Morne (noroeste), y una en Saint-Louis-du-Nord.

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El sismo ocurrió a las 20H10 locales del domingo, tuvo una magnitud de 5,9 y su epicentro se situó unos 19 kilómetros al noroeste de Port-de-Paix, según el Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS).

Dos ligeras réplicas se sintieron en la costa noroeste del país, añadió la protección civil, que indicó también que no fue emitida ninguna alerta de tsunami.

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Una célula de crisis, integrada por varios ministerios, fue activada "con el fin de coordinar de manera conjunta las respuestas de urgencia necesarias", tuiteó el primer ministro de Haití, Jean-Henry Céant.

De su lado, el presidente Jovenel Moise se dirigió a los lugares de mayor impacto, Port-de-Paix y Gros Morne, para atender la situación personalmente.

El mandatario urgió en Twitter a los haitianos a "permanecer en calma", y dijo que las autoridades locales y regionales se encontraban asistiendo a los afectados.

Residentes de la localidad Gros Morne, en Haití, recogen restos de un auditorio destruido por un terremoto el 7 de octubre de 2018. Foto: AFP.

"El sistema de gestión de riesgos y las direcciones regionales de protección civil están en alerta", escribió Moise.

La protección civil haitiana precisó que "además de los heridos, en su mayoría leves, se registraron olas de pánico" entre la población.

El departamento más pobre

Imágenes de casas con muros quebrados y de edificios parcialmente destruidos circulan en las redes sociales, sin que AFP pudiera confirmar su autenticidad.

En el departamento Noroeste, el más pobre del país, hay muchas zonas aisladas debido a la ausencia de vías en buen estado. Port-de-Paix es la capital regional.

Un hombre permanece sentado en la localidad de Gros Morne, en Haítí, mientras sus vecinos recolectan metales de un auditorio destruido por un sismo el 7 de octubre de 2018. Foto: AFP.

El temblor de varios segundos se sintió también en la capital Puerto Príncipe, trayendo a la mente de sus todavía traumatizados habitantes los recuerdos del sismo que arrasó la ciudad y sus alrededores hace más de ocho años.

El 12 de enero de 2010, un temblor de magnitud 7 en la escala de Ritcher causó la muerte de más de 200.000 personas, dejando heridas a otras 300.000.

Más de un millón y medio de personas quedaron en la calle tras esa catástrofe, que dejó daños que fueron avaluados en 120% del PIB nacional.

Las estructuras y la organización del Estado haitiano quedó muy golpeada por la catástrofe. Al cabo de tres días, fue declarado el estado de urgencia en todo el país por un mes. Muchos edificios quedaron destruidos, entre ellos el Palacio Nacional y la catedral Notre-Dame de Puerto Príncipe

Al hospital de Port de Paix le falta todo 

Situado en el corazón de la ciudad más cercana al epicentro del terremoto ocurrido el sábado en Haití, el hospital de la Inmaculada Concepción de Port-de-Paix encuentra enormes dificultades para asistir a los heridos, por la falta de medios y los destrozos causados por el sismo.  

En los minutos que siguieron al movimiento telúrico, de magnitud 5,9, en la noche del sábado, los heridos comenzaron a afluir hacia este sanatorio público, pero sus puertas estaban cerradas. 

"No teníamos electricidad, por lo que no pudimos recibir a la multitud que se agolpó en la noche de ayer", dijo el domingo el doctor Paul Miclaude, del servicio de emergencias.

"Algunos murieron aquí mismo", agregó. "Aún hoy nos falta todo. Son los propios pacientes los que consiguen los medicamentos, los guantes, todo. A pesar de sus traumas y aunque su vivienda haya sido destruida".

"Quedó claro que no estamos preparados para una catástrofe así", lamentó el médico.

Con la mirada perdida y cojeando de una pierna, Pamelia Donné abandona la pequeña salida del servicio de urgencias repleta de camillas. Hace varias horas que ingresó al hospital cargando el cuerpo de su hijo, de 20 años. 

"Cuando las cosas comenzaron a moverse, mi hijo estaba por salir de su cuarto. Voló por los aires y aterrizó sobre un hierro de construcción, que lo atravesó y lo mató al instante", cuenta.

A pesar de que la policía pudo restablecer cierto orden a la entrada del hospital y de que comenzaron a llegar cajas de medicamentos enviadas por el Ministerio de Salud, una réplica de 5,3 de magnitud volvió a sumir al establecimiento en un ambiente caótico, y personal y pacientes se volcaron hacia el patio.

"Con las réplicas no podemos quedarnos dentro y estamos levantando tiendas de campaña para recibir a los pacientes que llegan", explicó el director del Inmaculada Concepción, Polycarpe Saaely. 

"Son construcciones que datan de la época de la ocupación estadounidense (entre 1915 y 1934). Debimos evacuar a dos pacientes que estaban en la zona de cirugía, porque el edificio está realmente en ruinas", dice.

El techo se desplomó en varios lugares, proyectando astillas de hormigón sobre las camas, que en el momento del sismo estaban, felizmente, vacías. 

La llegada del presidente Jovenel Moïse a Port-de-Paix despertó la ira de la gente, harta de la extrema pobreza que soporta desde hace años. 

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"Todo el mundo puede ver que no tenemos un verdadero hospital: esto demuestra que aquí no hay Estado. El presidente vino a la ciudad, pero aquí no", dice con rabia François Lubensron cerca de la entrada al Inmaculada Concepción.

"Ya basta con que un pequeño grupo privatice el país y que nosotros nos muramos. Somos seres humanos, tenemos derecho a vivir, como todas las naciones", dijo este joven de 28 años.  

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AFP – Colombia.com