Los italianos latinoamericanos desaparecidos en las sombras del Plan Cóndor

Tras 60 audiencias, el proceso en primera instancia concluyó hoy con la condena a cadena perpetua de ocho sujetos.

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Tras 60 audiencias, el proceso en primera instancia concluyó hoy con la condena a cadena perpetua de ocho sujetos.

El juicio al Plan Cóndor en Italia ha concluido con la absolución de la mayoría de los 27 militares imputados, pero ha servido para recordar a la veintena de italianos, militantes de izquierdas, que sufrieron dicho sistema represivo, de los cuales muchos continúan desaparecidos casi medio siglo después.

La acusación se ha asentado sobre los nombres de 42 personas presuntamente asesinadas en el conocido como Plan Cóndor, un sistema represivo impulsado por los regímenes dictatoriales latinoamericanos entre las décadas de 1970 y de 1980 para eliminar a la oposición.

Hace dos años el Tribunal de Roma aceptó juzgar estos hechos precisamente porque 22 de las personas que figuran en el mencionado listado sitúan sus orígenes al otro lado del Atlántico, en Italia, tal y como demuestran sus apellidos.

Tras 60 audiencias, el proceso en primera instancia concluyó hoy con la condena a cadena perpetua de ocho sujetos, entre ellos antiguos jefes de Estado, oficiales y miembros de los servicios secretos de los regímenes militares de Bolivia, Chile, Perú y Uruguay.

Pero, para decepción de los acusadores, primaron las absoluciones, 19 en total, entre ellas la del antiguo miembro de los Fusileros Navales de Uruguay, Jorge Néstor Fernández Troccoli, único de los imputados que ha acudido a las vistas al vivir en libertad en Italia.

En cualquier caso, el proceso ha servido para honrar la memoria de las víctimas de estas purgas y para escuchar a los numerosos testigos que han apuntado a los supuestos ejecutores y han rememorado sus calvarios, que copan una de las páginas más negras de la historia latinoamericana.

Es el caso de Daniel Álvaro Banfi Baranzano (Montevideo, 1950), secuestrado cuando tenía 24 años en la localidad argentina de Haedo, en la periferia de Buenos Aires, debido a su militancia en el grupo Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

Su cuerpo sin vida fue encontrado el 29 de octubre de 1974, un mes y medio después de su desaparición, en San Antonio de Areco, en Argentina, junto a los cadáveres de dos connacionales, Guillermo Jabif y Luis Latrónica.

Estos asesinatos fueron adjudicados a la "Triple A", la "Alianza Argentina Anticomunista", que operó en la década de 1970 y que ha sido considerada como la primera colaboración entre los servicios secretos uruguayos y argentinos con manifiesta intención represora.

Otro caso rememorado en profundidad en Italia ha sido el de Juan José Montiglio Murúa (Santiago de Chile, 1949), militante del Partido Socialista chileno y miembro de la "Guardia de Amigos del Presidente", la escolta personal del presidente Salvador Allende.

Fue arrestado tras los enfrentamientos que precedieron a la toma del Palacio de la Moneda, en 1973, y ni siquiera se tiene constancia de su muerte, sino que directamente se presupone, ya que los testigos han apuntado a que fue fusilado junto a otros prisioneros.

También se ha abordado el caso de Jaime Patricio Donato Avendaño (Santiago de Chile, 1934), militante y dirigente del Partido Comunista del país andino capturado en una trampa de la DINA, la policía secreta del dictador Augusto Pinochet.

O del exsacerdote chileno Omar Venturelli Leonelli (Capitán Pastene, 1942), integrante del grupo Cristianos por el Socialismo y que guió a los indios mapuche en la ocupación de las tierras de los colonos europeos.

Permanece desaparecido desde que en septiembre de 1973 fuera detenido por el regimiento "Tucapel" de Temuco, y desde entonces su paradero continúa siendo un misterio de evidente solución.

También ha salido a relucir la desaparición del dirigente argentino del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, Luis Stamponi (Punta Alta, Argentina, 1935), amigo del Che Guevara y capturado por los servicios secretos de su país en 1976.

Fue apresado en Llallagua, Bolivia, y tras largas sesiones de tortura e interrogatorios fue entregado a la Gendarmería argentina, que lo encerró en la central de "Automotores Orletti", centro clandestino de detención bonaerense.

Tras el desmantelamiento de este centro, se cree que fue trasladado a Uruguay, donde fue asesinado junto a otros detenidos procedentes de Orletti.

O el chileno Juan Maino (Santiago de Chile, 1949), militante del marxista Movimiento de Acción Popular Unitaria que, tras ser detenido, se cree que fue ejecutado en "Colonia Dignidad", centro de torturas en tiempos de Pinochet.

Sea como fuere, estos son solo seis de los veintidós italianos latinoamericanos que sufrieron las consecuencias de la colaboración entre los regímenes militares de América Latina, un grano de arena entre la enorme cantidad de víctimas con las que se saldó el Plan Cóndor. EFE/Gonzalo Sánchez

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