Caterine 'La Grande', nueva reina del atletismo latinoamericano

Como una emperadora en Rusia, la atleta colombiana Caterine Ibargüen fue la latinoamericana más destacada en los Mundiales de atletismo que concluyeron en Moscú.

La atleta colombiana Caterine Ibargüen. Foto: EFE
La atleta colombiana Caterine Ibargüen. Foto: EFE

Como una emperadora en Rusia, la atleta colombiana Caterine Ibargüen fue la latinoamericana más destacada en los Mundiales de atletismo que concluyeron en Moscú.


Caterine Ibargüen, rebautizada en la prensa rusa como Caterine 'La Grande' en recuerdo de la emperadora, ha cuajado en Moscú la mejor actuación latinoamericana y se ha erigido en la nueva referencia del atletismo del área con su medalla de oro en triple salto.

El atletismo latinoamericano, que a los efectos del medallero vivió durante decenios de los éxitos cubanos, ha encontrado una nueva joya en esta enfermera-saltadora que el pasado día 15 escribió en el estadio Luzhnikí un capítulo de oro en la historia del deporte colombiano con un salto de 14,85 metros.

Era la tercera medalla para Colombia en las 14 ediciones de los Mundiales y la segunda personal de Ibargüen, que ya había subido al podio como tercera en Daegu 2011, donde Luis Fernando López se había colgado otra del mismo metal en 20 km marcha.

Bronce mundial en 2011, plata olímpica en 2012 y oro mundial en 2013. La trayectoria de esta colombiana de 29 años ha hecho cumbre en Moscú después de bregar durante casi un decenio con todo tipo de saltos: longitud, altura y triple.

"Sé que (la medalla de oro) va a ser la primera de muchas porque ésta es la prueba de que sí se puede. Siempre he ido por la dorada", dijo la flamante campeona al terminar la prueba.

Entre la medalla de oro de Ibargüen y el resto de los metales de bronce latinoamericanos se intercaló en la última jornada Pedro Pablo Pichardo, un cubano de 20 años que libró un cerrado combate con Teddy Tamgho (dirigido por Iván Pedroso), hasta que en la última ronda el francés ejecutó el mejor salto del mundo en 15 años (18,04) que le convierte en el tercero de la historia que rompe el muro de los 18, junto al británico Jonathan Edwards y el estadounidense Kenny Harrison.

Un oro, una plata y cuatro bronces. Ese fue el balance del atletismo latinoamericano en los Mundiales de Moscú. Por primera vez en treinta años, exactamente desde la primera edición (Helsinki'83) Cuba, en el puesto 23, no es la primera potencia de Latinoamérica en el medallero. Colombia, duodécima, ha ocupado su lugar gracias al triunfo de Ibargüen.

La isla antillana tuvo que conformarse con la plata de Pichardo y dos medallas de bronce en Moscú, las dos en categoría femenina y obtenidas por atletas de nombre parecido: Yarelys Barrios en disco y Yarisley Silva en pértiga.

Silva llegó a Moscú al frente del ránking mundial del año, con los cuatro mejores saltos, pero en la final hubo de inclinarse ante la Zarina de la pértiga, la rusa Yelena Isinbáyeva, que protagonizó el adiós soñado: una medalla de oro, la tercera en campeonatos del mundo, y también ante la campeona olímpica, la estadounidense Jennifer Suhr.

México aportó otra medalla de bronce gracias al ingeniero Luis Rivera, que con un salto de 8,27 en longitud batió por un solo centímetro al español Eusebio Cáceres.

El otro metal latinoamericano fue obra de un dominicano de 19 años, Luguelín Santos, que siguió encaramado al podio de 400 un año después de obtener en Londres la medalla de plata olímpica.

La mayor decepción latinoamericana se registró, tal vez, en la final de 400 metros vallas. Había tres y ninguno subió al podio. El cubano Omar Cisneros terminó cuarto por delante del doble campeón olímpico y mundial, el dominicano Félix Sánchez, y del puertorriqueño Javier Culson, medallista de bronce en los Juegos de Londres. EFE/José Antonio Diego

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