Animales: Maltrato y protección

Miércoles, 29 / Oct / 2003
 
(La Paz - La Razón)
Bolivia.com

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Una familia que se encarga del cuidado de los animales se queja de la ayuda prometida que no llegó. Hay tigres
y pumas que viven en jaulas demasiado pequeñas.

En Chuchini, la madriguera del tigre, vive la familia de Efrem Hinojosa Hieber. Rosario Garnica es su esposa y siete son sus hijos. Todos ellos abrazaron un mismo objetivo, la rehabilitación de animales que estaban en cautiverio.
Chaqueño de nacimiento, cuando se enamoró de la trinitaria Rosario también fue conquistado por su tierra. Aquello sucedió varias décadas atrás y, ahora que su cabello cambió de color y algunas arrugas se profundizaron en su rostro, el amor por la capital del Beni es su forma de vida.

A 17 kilómetros de Trinidad, Efrem levantó su hogar. “El proyecto Chuchini está cumpliendo 30 años. Desde el principio estaba dedicado a la protección de flora, fauna e incluso arqueología. Aquí está el pequeño museo arqueológico del Beni”. Tiene la voz profunda y, por la forma de hablar, se puede conocer su origen. La sonrisa acude a su rostro con frecuencia cuando habla con los turistas.

“Este es un centro de rehabilitación de animales. El trabajo consiste en recuperar a aquellos que están en mal estado. Los curamos, hacemos que se reproduzcan y se los vuelve a llevar a la selva”.
De este “centro de rehabilitación”, cerca de 45 animales fueron dados de alta. Las especies afortunadas fueron monos, tejones, urinas, tortugas de agua y de tierra, las cuales volvieron a su medio natural, después de recibir las atenciones de la familia de Efrem.

Las aves en Chuchini tienen la libertad bajo las alas. Existe un criadero de parabas. Empollan allí. A los pichones se los saca a los 15 días de nacidos. Los cuidadores se encargan de su alimentación hasta que aprenden a volar y luego vuelven a los aires libres.
Los monos que fueron abandonados porque ya no hacían gracias para los humanos, ahora viven en una fosa grande con una isla al medio. Saltan, corren, suben y bajan de los árboles. Poco a poco empiezan a buscar comida con sus manos y sus vidas vuelven a ser silvestres; aunque aún les agrada compartir con la familia de Efrem.

El encierro no deseado
La situación de otros animales no es similar. Por ejemplo tigres y pumas cuentan con pequeñas jaulas precarias y rugen de impotencia a los turistas. Estos lugares debían ser refaccionados, pero debido a la falta de dinero aquello sólo quedó en buenas intenciones.

La vía que une a la capital beniana con Chuchini ya debía estar habilitada. Hace tres años que Efrem espera que la Alcaldía cumpla su promesa. De la misma manera aguarda a que la Universidad del Beni continúe el apoyo que hace año y medio dejó de proporcionar. La casa de estudios cooperaba de forma profesional al proyecto. Los veterinarios dejaron de acudir a Chuchini y la salud de las especies ahora depende de un profesional que trabaja sin cobrar sueldo.

La Fundación Chuchini funciona con los aportes de los visitantes que llegan al lugar. Efrem estableció una tarifa. Los grupos de colegios pagan entre 30 y 50 bolivianos por día, mientras que los universitarios, 100 ó 200 bolivianos. Por este precio el turista tiene transporte desde Trinidad hasta Chuchini ida y vuelta, además de desayuno, almuerzo y cena. Un servicio de guía por la región lo acerca a conocer las cualidades del santuario silvestre creado por Efrem.

Para

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los extranjeros hay paquetes diferentes. Un viaje de tres días, con todo incluido, cuesta 210 dólares. Paseo por el bosque, la selva y navegación en bote, además del encuentro con la naturaleza viva, es la oferta de Efrem. Actualmente los visitantes son el único respaldo económico.
La madriguera del tigre, Chuchini, subsiste con el solitario impulso de la familia de Efrem. Sus siete hijos, cinco varones y dos mujeres, se dedican al cuidado de los animales. De lunes a viernes ellos asisten a la Universidad del Beni y los fines de semana vuelven a la fundación. El mayor estudia Veterinaria. Es el encargado de traer el alimento para las fieras.

Efrem y su familia son conscientes de sus limitaciones: “No tenemos gente especializada, necesitamos profesionales, por ejemplo un biólogo. Había sido difícil la liberación de los animales. Es muy costosa porque hay que hacer un fuerte gasto en instalaciones y su cuidado”.
Sin el apoyo de la Universidad y la Alcaldía, Chuchini puede desaparecer. “Si las cosas continúan así, entonces hay peligro de cerrar la fundación. No podemos tener animales en estas malas condiciones”, se lamenta el chaqueño borrando la frágil sonrisa de su rostro.

Desde su madriguera del tigre, Efrem ve pasar la vida igual que un río. Sus dedos se deslizan por los caparazones de las tortugas y les dejan una caricia. Con la camisa remangada hasta los codos, y un pantalón de tela, él camina por entre las jaulas de los animales rescatados cual si estuviera recorriendo las calles de un pueblo libre.

Sin Tregua
El maltrato animal continúa


En el Día Internacional del Turismo, en Trinidad se degolló a animales para exhibir sus cabezas. Todo para complacer a los visitantes.

Lorena cursa el tercero intermedio en el colegio Nuestra Señora de Fátima. Lleva en las manos un par de platos de barro. Dos cabezas cercenadas de urinas (venados), un macho y una hembra con los ojos abiertos como la noche, yacen entre sus delgados dedos. Cuando se le pregunta si le parece bien que se trate de esa manera a los animales, ella responde: “Está bien tener animales así porque le da más originalidad”.

Mientras tanto, una de sus compañeras lleva en otro plato la cabeza de un chancho de monte, el cual tiene la mirada perdida. La sangre aún tibia resbala por su cuello recién cercenado.
De cuán originales sean Lorena y sus compañeras dependerá que sus puestos de presentación, en el evento organizado por la Prefectura beniana, obtengan puntos extras para algunas materias.

El maestro de música Ángel Suárez no comparte esta manera de enseñar. “Yo, como profesor, no estoy de acuerdo con la matanza indiscriminada que se hace de animales en vías de extinción. Pero la gente de las etnias lo hace por sobrevivir. Caza y come lagartos, víboras, monos, pescados, petas, tatarugas (tortugas de mayor tamaño)”. El educador también propone que en el Beni se dicte una nueva materia en la que se explique la importancia de la conservación de la naturaleza.
El calendario señala una fecha: 27 de septiembre. Es el Día Internacional del Turismo, y mientras los festejos se realizan en la plaza principal de Trinidad, en los salones de la Prefectura las autoridades hablan de la importancia de la industria sin chimeneas.

Hasta allí llegaron la viceministra de Turismo, Cinthia Yáñez, representantes de

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Conservación Internacional y tres periodistas de Televisión Española.
Pasados unos días, ya en su despacho de la ciudad de La Paz, la autoridad explicó las razones de su viaje a tierras benianas.
Aseguró que no llegó hasta allí para ver animales muertos ni maltratados y contó que luego de arribar a Trinidad, fue a dormir un par de horas porque estaba cansada.

Al caer la tarde, cuando la viceministra despertó, sí se habría aproximado al evento. “Yo asistí como autoridad al festival etnocultural que organizó la Prefectura beniana. Luego nos fuimos al acto principal de la Prefectura, tanto para festejar el Día Internacional del Turismo como para hacer un recuento de lo que fue la expedición de la Televisión Española”.
“El festival —contó Yáñez— ha sido la presentación de representaciones de colegio. Nos han invitado comida típica de Trinidad, quesos, chicha y hemos estado viendo el festival de inicio a fin. Se han presentado más o menos 15 colegios. Cada uno presentó sus danzas y algunos programas de teatro cantado y actuado”.

Con la autoridad gubernamental recién llegada a Trinidad y los visitantes extranjeros caminando por sus calles, los alumnos benianos tenían la firme intención de impresionarlos. Además, del decorado de sus exposiciones dependía que obtengan una buena cantidad de puntos extras para sus materias. Por lo tanto, cualquier forma de depredación de animales era válida, siempre y cuando convirtieran a sus stands en los más vistosos de la ciudad.
Según el informe Geo Andino 2003 Perspectivas del Medio Ambiente, Bolivia es, entre los andinos, el país que mayor cantidad de especies en extinción tiene debido a la modificación o pérdida de hábitat, el comercio ilícito de especies, la deforestación y la presencia de especies exóticas invasoras.

“Creo que no está bien conservar a los animales así. Pero esto trajimos porque no pudimos conseguir animales vivos para traerlos a la exposición”, los delgados labios de Maridriana explican las razones para exponer tres cabezas de animales en su stand de la plaza central de Beni.
Cuando el día se hizo noche la competencia ya se había vuelto feroz. En los otros stands que participaban con Maridriana y Lorena había cocodrilos de dos metros con la mirada firme pero vacía, eran puro cuerpo sin vida. Los caparazones de tortugas formaban un abanico de diferentes tamaños, mientras que los cueros de sicurís (anacondas), tigres y lagartos eran depositarios de las curiosas miradas de los vecinos de Trinidad.

Otros infantes prefirieron rescatar los valores de su cultura mediante los bailes. Desde la mañana los más pequeños buscaban plumas y adornos para sus trajes. Rosario Egüez, con 12 años en sus ojos, decía orgullosa: “Soy de Trinidad y mi casa está hecha de motacú”. Con la vestimenta de sus ancestros en el cuerpo, la pequeña repetía aquello que alguna vez escuchó: “Me gusta que se conserven las esculturas y tradiciones”.
Ella y sus amigas se esforzaban en sus bailes, pero no eran la atracción principal. La fauna disecada se robaba el espectáculo.
Comparados con los animales muertos, a los vivos no les iba bien. En aquella exposición, las tortugas habían sido colocadas con el caparazón abajo y sus patas se movían con una alarmante lentitud, cual si pedalearan una bici con cuatro pedales. El colorido y la libertad de los tucanes se encontraban

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castrados por cuerdas y alas rotas.

En un intento de explicación, Pedro Villalobos, encargado de turismo en Beni, arguyó que era una exposición de colegios y que los alumnos habían cometido excesos por adornar los stands. Escape también intentó comunicarse, desde La Paz, con el prefecto beniano Fernando Romero. En cuatro ocasiones, según su secretaria, la autoridad estaba ocupada para atender a este medio.
Quien sí decidió contar su verdad fue la Viceministra de Turismo. Ella, que participó del evento realizado por la Prefectura, negó haberse enterado de algún abuso en contra de la naturaleza de Beni.
Indicó que si ella hubiera conocido algún tipo de maltrato hacia los animales, esto le habría impresionado porque “no es lógico que estudiantes de colegio, de una zona con una ecología tan rica como es el Beni, tengan que hacer esto
para llamar la atención”.

Indignada, afirmó que el turismo permite sostener a la cultura y al medio ambiente. Por lo tanto, el objetivo principal de su viceministerio sería la protección de las riquezas naturales del país.
Al mismo tiempo, Yáñez manifestó que, en el tema del maltrato al medio ambiente, no se puede hablar de una responsabilidad exclusiva de su despacho. Es una tarea conjunta en la cual el objetivo principal sería la sensibilidad y la educación de los niños.
Finalmente, la autoridad indicó que, de conocer cualquier tipo de maltrato a los animales, el Viceministerio de Turismo realizará todo lo que esté a su alcance para penalizar las actitudes que estén en contra de la ecología nacional.

En la capital beniana los excesos son habituales. Por ejemplo, los lagartos ya no son tan comunes como antes. En La Hostería, hotel y restaurante, los fines de semana la oferta principal es este animal. Los visitantes pueden comprar un plato a 25 bolivianos y, al final, tendrán en la boca un sabor parecido a la carne de gallina.
Los presos que se encuentran en la cárcel Mocovic se dedican a trabajar billeteras, carteras, portacelulares y cinturones en cueros de lagartos y sapos. Privados de su libertad, sus familiares se encargan de llevar la materia prima para la elaboración de los artículos.

De continuar con esta depredación, algunos animales del Beni pueden llegar a ser parte de la “Lista Roja” que elabora la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza. Hasta 2002 se encontraban en proceso de extinción 11.167 especies. Dos años atrás, la cifra era inferior. Unas 121 variedades de animales se sumaron en estos 24 meses últimos.
En el Día Internacional del Turismo, cuando Trinidad tenía las sombras de la noche, Cándido Pastor Rivera, representante de Conservación Internacional, lamentó lo que sus ojos veían. Los periodistas de Televisión Española que habían visto las cabezas aún sangrantes de los animales prefirieron no opinar al respecto.
Laura Salvatierra, alumna del colegio Andrés Bello, comentó: “Por una parte está bien, para presentar lo que es la naturaleza de nuestro departamento. Pero por otra parte está mal que tengan que matar animales para poner su cuero para la demostración”.

Cambiante, como son los niños, Lorena manifestó: “Sería bien que se pudieran conservar a los animales y no cazarlos, pero nadie comprende eso”. Era nuevamente la voz de Lorena, cambiante. Más allá, los ojos de los animales estaban quietos como dos canicas.
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