Lomas de Arena

Lunes, 16 / Ene / 2006
 
(Santa Cruz - El Nuevo Día)
Bolivia.com

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Constituyen uno de los lugares turísticos más próximos a Santa Cruz. El sitio es, además, un punto de descanso para las aves migratorias en sus grandes rutas intercontinentales.

Algunas de las más de 200 especies de aves que se pasean por el Parque Regional Lomas de Arena, ahora declarado “Área Natural de Manejo Integrado”, hacen cada temporada un alto casi obligado en este paraíso cruceño, pues está justo a mitad de su camino intercontinental.

Una de ellas es el tibibi, ave migrante que surca los cielos de los distintos continentes y también despliega sus alas al viento de Santa Cruz, aprovechando la calma de las extraordinarias lomas de arena, donde descansa el tiempo necesario antes de continuar con su viaje.

Pertenecientes a otros grupos de animales y familias, asimismo, se pueden apreciar jochis, tatúes, urinas, guasos, garzas, gallaretas y los infatigables socoris, bastante parecidos al avestruz y tan especiales como únicos en Sudamérica.

La fauna embelesa, con sus aves y sus especies de mamíferos, siempre atractivos para la investigación científica. Pero el lugar también seduce al turista común, que encuentra las dunas de sus sueños, de arena blanca y que se desplazan 40 metros cada año,

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las flores y plantas silvestres menos usuales a sus ojos y los espejos de agua más cristalinos de la naturaleza oriental.

Visible falta de recursos
El calor abrasa los cuerpos a las tres de la tarde en Santa Cruz. Ni los vidrios abajo en el automóvil proveen aire fresco, y el sofocante sol penetra, sin piedad, dentro del vehículo. Después de unos 15 minutos de viaje, la carretera va dejando atrás la ciudad y, poco a poco, el verde de las casas se sobrepone al pesado blanco del paisaje. El rumbo hacia el Parque Regional Lomas de Arena ya está tomado.

El camino se va complicando a medida que el vehículo se acerca al lugar, patrimonio regional de Santa Cruz por su belleza y biodiversidad. A lo lejos, se advierten pinceladas de esa gran reserva natural, que abarca 13.454 hectáreas.

El acceso, algo dificultoso sobre todo en esta época debido a las lluvias, invita a reflexionar acerca de esta oferta turística, tomando en cuenta su proximidad respecto al centro de la ciudad (está a 17 kilómetros al sudoeste) y el potencial de las lomas para atraer visitantes nacionales y extranjeros.

A las 15.30, el motorizado pasa la primera tranca y, a las 15.50, la segunda. Ninguna de las dos tiene administradores;

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están vacías. Es lunes, día poco común para recibir turistas; habitualmente, los cercos de vigilancia están ocupados por alguno de los seis guardaparques.

La ausencia de custodios tiene una explicación. Sin recursos suficientes, la actual administración ha tenido que rediseñar las políticas de gestión para poder abarcar no sólo la extensión de las lomas de arena, sino también al resto de los programas a cargo del Centro de Ecología Aplicada, dependiente de la Fundación Simón I. Patiño.

El encargado del parque, Edwin Recaldes, explica, por su parte, que entre otros ejes programáticos están contemplados la protección, la investigación, el monitoreo, la educación ambiental y la gestión.

Plantines para reforestación
Queda aún mucho trabajo por hacer, y uno de los problemas que falta por resolver tiene que ver con el movimiento de las dunas. Se necesita reforestar el terreno, lo que está en curso con 10.000 nuevos plantines, para frenar su avance.

La forma del terreno, por otra parte, da lugar a la aparición y desaparición de lagunas. “Las partículas de arena llegan directamente desde el Piraí, avanzan de norte a sur y, debido a la erosión eólica, dejan pequeños meandros —explica Recaldes—,

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que son los que dan ese aspecto tan peculiar al parque”.

En cuanto al camino, un comité de gestión ha sugerido, en lo posible, tratar de respetar su estado natural. Pese a todo, se lleva a cabo un acondicionamiento de forma periódica.

Gracias a esto, los visitantes llegan a este paraíso en un goteo más o menos constante. Y en el parque es posible acampar, pero cuidando no alterar la naturaleza. Un cartel avisa así de que el lugar es área protegida, donde está prohibido cazar, pescar y hacer fuego. Otro, mientras tanto, está escrito con un sentido más jocoso, aunque seguramente no menos previsor: “Animales, en peligro… el hombre anda suelto”.

Para una mejor atención, por otro lado, este año se acondicionará toda la infraestructura de uso público y se construirán algunas cabañas y hasta un centro de interpretación.

Todo pasa porque las lagunas no se queden sin agua, pues los propietarios de viviendas privadas en torno al parque están dejando paulatinamente sin líquido elemento al lugar.

Con todo, por lo menos para esta temporada, 15 hectáreas de lagunas están repletas de agua y es posible el baño. La entrada al parque es de 2,50 bolivianos. Lo único que queda después es disfrutarla.
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