Carnaval en los municipios, entre la ofrenda a la tierra y el retorno al pasado

Sociedad - Miércoles, 25 / Feb / 2009
 
(Enlared Municipal) El carnaval en los municipios se mueve entre la ofrenda y agradecimiento a la tierra y el retorno o la recuperación de las tradiciones de antaño. Por supuesto, la regla es la picardía, el galanteo, la mofa, el juego más o menos desenfrenado. Ya es historia o práctica de gente muy mayor "celebrar" el carnaval con oraciones y misas, como se hacía en San Ignacio de Mojos, en Beni.

"Si me engañarías, yo me moriría, pero antes de morir yo te mataría", es parte de una copla carnavalera del valle bajo cochabambino; al son de guitarras, charangos y bombos de los grupos de taquipayanacus, como en Capinota.

La tradición manda en Capinota: el domingo de carnavales, los pobladores participan con carros alegóricos, grupos autóctonos y comparsas, cuyas mejores presentaciones, son premiadas con dinero en efectivo, de 200 a 2.000 bolivianos. Para esto la comuna desembolsó 42.500 bolivianos.

En Tarata, en cambio, las comparas de "residentes" (migrantes que viven en la ciudad) intentan rescatar las tradiciones de antaño, especialmente aquella cuando las personas mayores salían en comparsa repartiendo abrazos y flores, rosas y margaritas y piropos; todo en busca de tutumas de guarapo o chicha; siendo las dueñas de las chicherías las más visitadas.

Carnaval blanco en Potosí

El sombrero naranja dice alegría, el blanco, trabajo en Kalcha, Potosí. Pese a esta costumbre más bien urbana, los días de carnaval también son para volver a vestir la ropa típica y bailar con ella.

También el carnaval chicheño, al son de erkes y cajas, es un "carnaval blanco", pero esta vez por la harina blanca que se usaba en los juegos de la época. Según el historiador potosino, Walter Sabala Ayllón, especialmente en Villazón, grandes y chicos participan en duelos a punta de harina y era tradición pintarse de blanco el rostro, en señal de que era el tiempo del pujllay (o juego) blanco.

En Tupiza, más calma, en cambio, las tonadas de carnaval más bien son de galanteo mutuo entre hombres y mujeres.

Agradecer la cosecha y el ganado

En el altiplano paceño, el carnaval es la ocasión para agradecer por la cosecha y el ganado. Las familias adornan sus ovejas, llamas y vacas y sembradíos; bailan al son de anatas e izan banderas blancas en señal de que hay armonía en las familias.

Desde el lunes de carnaval, los pobladores preparan al ganado, días de ración especial de alfalfa, cebada y sal. Se prepara la K'illpa, ritual que consiste en marcar los animales de la familia, cortando pequeños trozos de oreja de ovejas y llamas y ensartarles hilos de colores, como aretes. Al día siguiente el ritual se repite pero esta veza para el "ganado mayor", toros y vacas.

Los trozos de oreja son mezclados con hojas de coca, luego son enterrados; mientras la madre y el padre de la familia rodean el corral y la casa echando lujmas, duraznos, serpentinas y confetis de color, rociando, también, agua de maíz y de flores de color.

El miércoles se agradece a la pachamama o madre tierra, por los frutos agrícolas, se adorna los sembradíos con serpentinas, incienso y azúcar, bailando al son de tarqueadas, moseñadas o pinquilladas.

A partir del jueves se bailan las Anatas, por más de una semana, con música autóctona. Cada vivienda iza banderas blancas en señal de que existe felicidad, armonía y paz en las familias.

Al rescate de la celebración de antaño

En Sucre, como cada año, se organiza el "carnaval de antaño", bajo el patrocinio de la Alcaldía, radio La Plata y, ahora, el comité del Bicentenario.

El sábado de carnaval, las comparsas salen desde temprano para recorrer las principales calles de la capital con carrozas antiguas, las mujeres llevan vestidos largos y velos, los varones trajes de frac; y se baila al son de estudiantinas.

La celebración es protagonizada, principalmente, por los adultos mayores, desde los 70 años, quienes alguna vez eligieron a su Predilecta de 90 años.

Carnaval de antaño en Beni

Según el historiador beniano, Arnaldo Lijerón, así como la navidad es para los niños, en San Ignacio de Mojos el carnaval se festejaba para agasajar a las "mamas" (mujeres mayores nativas) con oraciones, recogimiento religioso y alabanzas a la Virgen María, que concluían el miércoles de ceniza.

Sin embargo, esta tradición ya no se conserva ni siquiera en la capital de San Ignacio; se impusieron más bien las tradiciones indígena-religiosas, propias del pueblo mojeño.

Posteriormente, hubo un tiempo en que los carnavales se festejaban arrojándose barro, pasando luego al agua; las actuales fiestas de comparsa, propiamente, más bien ya son una creación moderna.

Onda Local, con datos de Fernando Rocabado, radio Magnal; David Villa Nueva, corresponsal en Tarata; Alfonso Sandoval, radio Patrimonio del Sur; Eleuterio Choque, radio Atipiri; y, Guido Donoso, radio La Plata.
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