Bolivia – Argentina un encuentro a lo David y Goliat

(ABI) Por Ernesto Murillo Estrada

Bolivia con una honda en la mano, y más ilusiones que esperanzas, enfrentará el miércoles a Argentina, que además de mirar de soslayo, empieza contar con los tres puntos en disputa, porque tendrá al frente a un rival esmirriado, desalentado y maltrecho anímicamente.

Cuenta la Biblia en I Samuel, capítulo 17, que Goliat Medía tres metros, su armadura era de bronce y que sólo su coraza pesaba 60 kilos, en cambio David tomó un bastón escogió cinco piedras lisas y avanzó hacia el filisteo con una honda en la mano.

Anuncian los especializados que Argentina alineará a Lionel Messi Carlos Tévez, Maxi Rodríguez el Pupi Zanetti más otros más del mismo linaje que en la bolsa de valores deben superar los 500 millones de dólares, mientras los dirigidos por el lacónico Erwin Sánchez, apenas valen cinco millones de dólares, o como se dice en el ambiente occidental pesan menos que una bolsa de pasank’allas.

El relato bíblico señala que cuando el filisteo se lanzó contra David, éste le lanzó la piedra con la honda, el proyectil hundió la frente del gigante que cayó de bruces.

Cuentan los comentaristas de la época que el 6 de octubre de 1957 Argentina llegó con su equipo de estrellas dispuesto a tomar del cuello a Bolivia y cayó derrotado en el estadio Hernando Siles por 2-0 con anotaciones de Máximo Alcocer y Max Ramírez. Cuando los periodistas rioplatenses recibieron el primer informe de la derrota, vía teléfono, lo primero que dijeron fue más o menos esto: “ché flaco, deja de contar chistes y ahora háblame en serio”.

Aquél pasaje de Samuel relata que antes de partir al campo de batalla, David le dijo al rey Samuel “yo he matado leones y osos, lo mismo haré con ese filisteo”. Entonces Saúl le dijo “que Dios sea contigo”.

Aquella tarde de 1957, el técnico Félix Deheza les dijo más o menos esto a sus dirigidos: “Muchachos, los defensores defienden, los atacantes atacan y como no hemos entrenado mucho hay que meterle fuerza, vamos carajo, viva Bolivia”. Al final del encuentro el público paseó en hombros a Deheza, esto no está en la biblia, y sí en los periódicos de aquellos días.

Claro está que en el presente, detrás del equipo boliviano, no está ningún Saúl y hasta es posible que Dios ande ocupado en otros menesteres. En la banca estará Edwin Sánchez, un técnico lacónico en sus expresiones, poco optimista, pero eso sí, aferrado al cargo como la uña a la carne.

Bolivia que viene de recibir varios reveses y cosechar pocos éxitos se asemeja al pintoresco personaje “El Chómpiras” al que todo el mundo le quiere peinar para darle luego una sonora bofetada. Así lo han querido sus dirigentes, en especial su Presidente, quien a falta de una oficina se instaló en un café para conceder ahí sus entrevistas.

David Bolivia derrotó a Goliat Argentina en otras oportunidades. En 1969 le aplicó tres hondazos con goles de Raúl Álvarez, Juan Américo Díaz y Ramiro Blacut y en abril de 1997 le dio otras dos pedradas en la frente con anotaciones de Marco Sandy y Fernando Ochoaizpur, más un puñetazo al pómulo derecho del delantero Julio Cruz, quien llegó al camarín argentino sangrando del pómulo izquierdo. ¡Qué tal sería ese puñete!

Al margen de esas consideraciones históricas, Argentina llega a este partido seguro de sí mismo, con espíritu ganador, con más posibilidades que nunca; no tanto porque tiene un plantel difícil de vencer sino porque David parece llegar a este lance con trozos de adobe en lugar de piedras y, además, tiene el brazo enyesado.

Detrás de este escenario está el público, la ilusionada barra boliviana, que perdona las torpezas del técnico, olvida las limitaciones de sus dirigentes y cree en una casaca, en un día de fiesta, y aunque dice “yo sólo quiero ver a Messi y los argentinos”, sueña íntimamente con un triunfo más de David, aunque la alegría sólo dure un día y sirva para enquistar más a sus dirigentes y entrenadores como el cáncer succiona los órganos vitales del hombre.