Robot humanoide ayuda a corregir la postura con solo tocar el violín

Un robot humanoide diseñado por investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) ayuda a corregir la postura corporal para tocar el violín durante sus conciertos, algo fundamental que deben adoptar los violinistas jóvenes para lograr un sonido nítido y limpio.

Robot humanoide ayuda a corregir la postura con solo tocar el violín. Foto: EFE
Robot humanoide ayuda a corregir la postura con solo tocar el violín. Foto: EFE

Un robot humanoide diseñado por investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) ayuda a corregir la postura corporal para tocar el violín durante sus conciertos, algo fundamental que deben adoptar los violinistas jóvenes para lograr un sonido nítido y limpio.

Durante el espectáculo musical, que lleva por nombre “El sueño de Carlis”, el robot humanoide sigue los tempos de la partitura y, con cada nota, imita la posición correcta del brazo para sostener el violín durante los conciertos.

La postura en los alumnos de violín, junto con la forma en que se sujeta el arco, es un aspecto básico en su formación y determinante a la hora de conseguir la sonoridad adecuada y la limpieza o nitidez en la ejecución de cada nota.

Marina Vallés, investigadora del Instituto ai2 de la UPV, ha explicado que el cometido inicial del proyecto fue que el robot ayudara a enseñar a los alumnos la postura correcta con el violín y que, después, participara en los conciertos.

No obstante, su intervención en el espectáculo en vivo planteaba un aspecto difícil, ya que un concierto en directo no siempre se ejecuta de la misma manera.

La duración de la obra es aproximadamente de una hora y, durante la misma, hay momentos en los que hay una narración y no toca nadie, u otros en los que solo tocan los chelos, los instrumentos de viento o el piano.

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El robot humanoide en concreto, según ha explicado Vallés, ha de tocar la partitura correspondiente a un primer violín.

Para lograrlo, el trabajo previo con el robot consistió en dividir la partitura (unas 24 páginas) en las partes correspondientes a los trozos en los que el robot tenía que tocar de manera seguida y usando como delimitador los silencios de los compases.

“Una vez hecho esto, el siguiente paso consistió en analizar los tempos de las partituras para traducirlos en duración del movimiento del brazo del robot que sujeta el arco”, ha indicado.

Según Vallés, la duración del movimiento para tocar una nota redonda correspondiente a un “allegro” no es la misma que en el caso de un andante, “y esto, obviamente, afecta también a la programación de los movimientos”.

Los investigadores participantes en el proyecto analizaron también, a partir de la partitura, en qué cuerda se toca cada nota, lo cual influye en la posición del brazo que lleva el arco y en qué parte del mismo empieza y acaba el movimiento (talón, mitad de arco o punta).

Durante el concierto, los alumnos participantes en el proyecto, de edades entre los 5 y los 70 años, pueden fijarse en el robot para corregir su postura al tocar o seguir los tempos.

Vallés apunta que la experiencia “ha sido todo un éxito, tanto para los profesores como para los alumnos. Los niños son muy receptivos a cualquier tipo de actividad en la que participe un robot, por lo que ha sido muy motivador para ellos”.

Por lo que se refiere al público, asegura que ver participar a un robot en el concierto “crea también mucha expectación” y ha avanzado que para el próximo año tienen pensado solicitar de nuevo el proyecto.

El espectáculo musical en el que participa el robot lleva por título “El sueño de Carlis” y está dirigido por el profesor Agustín Jiménez Cerveró.

El proyecto ha sido financiado por la Conselleria de Educación, Cultura y Deportes y desarrollado junto a las uniones musicales de Beni, Ontinyent, Carlet, Montroi y L’Horta de Sant Marcelí, el Centre Professional de Música de L’Alcúdia, los alumnos del Conservatorio Profesional Ciutat de Llíria y algunos alumnos del Conservatorio Superior de Valencia. EFE