
Mesas de Todos Santos, Altares que servirán de posada a las almas.
No
existe una receta para armar una mesa para los difuntos pero si fuera
necesario hacer una definición, esta bien sería que es el elemento
central, el altar familiar en el que se recibe el alma del ser querido. Es
por ello que en la mesa se colocará el nombre, la fotografía, algún
recuerdo y varias cosas que el alma homenajeada pudiera reconocer y por
las que podrá sentirse a gusto en este paseo efímero por el mundo de los
vivos, de tan sólo de 24 horas.
La
preparación de las llamadas mesas o tumbas, es todo un acontecimiento. Al
mediodía del 1 de noviembre, esta tumba debe estar preparada para la
llegada del espíritu del difunto. "Las leyendas cuentan que hubo
quienes escucharon hablar a las almas en un lenguaje extraño y comieron y
bebieron todo lo que estaba preparado en sus tumbas", comenta
Filomena Gutierrez, una antigua seguidora de las tradiciones aimaras.
Los
principales elementos utilizados para armar estas mesas son panes,
comidas, fruta y bebidas, pero también hay otros detallados a continuación:
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Tantawawas,
que son los niños de pan, para recordar la pureza de los espíritus.
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Escaleras
de pan, para facilitar la subida al cielo de los espíritus.
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Cebollas
en flor, para que el difunto lleve agua en su viaje.
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Caballitos
y juguetes, cuando los espíritus son niños, para que se distraigan
-
Retamas
en los floreros, para ahuyentar a los espíritus enemigos.
-
Un
vaso con agua bendita, para rociar la ropa del difunto.
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Coca,
cigarros, vino y refrescos, para que el espíritu se sienta
satisfecho.
-
El
plato de comida favorito del difunto.
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Masas
de todo tipo, en especial galletas, maicillos, biscochuelos,
empanadas, suspiros, yemas y panes en general, en formas de caballos,
peces, escaleras y alas.
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Caña
de azúcar, para que sirva de bastón a los espíritus.
Los
extraños mundos o niveles andinos
Los
floreros, las velas y la cruz o imagen de Jesucristo estarán colocados en
el nivel superior de la tumba, que simboliza el cielo. Este nivel se llama
Alaxpacha (el mundo de arriba). En el está el Padre Sol y todas las
estrellas. Para los aimaras, las estrellas son macho y hembra, los hombres
nacen con una estrella, cuando ésta cae, el hombre también cae y su alma
sube junto al sol.
"Cuando
nos referimos a nuestras deidades, decimos: Pacha-p’usaqa, Pachaqamasi,
Pachamama, Pachakuti, Uywir, Achachila, porque ellos son los que nos dan
la vida, son como nuestra madre. Alaxpacha no es algo separado. Todo es
uno solo, como nuestro cuerpo que cuenta con manos, pies y cabeza. Todos
se ayudan mutuamente para ser algo. Todo lo que tenemos es para
todos", comenta.
En
el nivel intermedio e inferior de las tumbas, se colocan los demás
elementos. Estos niveles son dos y simbolizan: el Akapacha (este mundo),
es todo lo que nos rodea, todo lo que podemos palpar y tocar: el
sembradío, el cuidado de los animales, la vida en pareja, la vida en la
tierra. Es como una madre que nos cría y nos cuida, está representada en
el alimento, el agua, es la Pachamama.
Y
el Manqhapacha (el mundo de abajo que no es malo). A diferencia de los
cristianos, los aimaras opinan que sólo hay que proceder con respeto y
permiso. Todo debe hacerse con educación y justicia. Ahora bien, existen
hombres con dones sobrenaturales señalados físicamente, a los cuales no
se les puede hacer sufrir, porque son elegido y muy queridos de nuestro
padre. Si los hacemos sufrir nos puede pasar cualquier desgracia. Hacer
sufrir, el robo, la mentira, la flojera, lo injusto, es manqhapacha, que
no es lo mismo que el mal al que se refiere los cristianos.
La
tumba debe permanecer extendida hasta el mediodía siguiente, hora en la
que la familia del difunto solicitará a una persona ajena que recoja la
mesa, quedándose con la mitad de todo cuanto ella contenía. El resto
será llevado hasta el cementerio, donde se repartirá entre quienes rezan
por sus difuntos. No debe sobrar nada, en lo absoluto, pues de hacerlo,
según la cultura andina, las penas se quedan en la familia.
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