Sorata está atemorizada, aislada y sin resguardo

Lunes, 22 / Sep / 2003
 
(La Razón)
Bolivia.com
Sorata está aislada. En sus calles no circulan ni militares ni policías. Sólo la incertidumbre y el miedo se han quedado en las casas, desde que decenas de campesinos de Ilabaya, Achacachi, Warisata y otras comunidades se quedaron desde el sábado para velar al campesino muerto en los enfrentamientos de Ilabaya.

En la plaza, el movimiento de abarcas es constante, sobre todo en la Alcaldía, donde anoche se veló por segundo día al campesino que falleció el sábado en los enfrentamientos con los militares en Ilabaya —a una hora y media de Sorata (en movilidad)—.

“Hemos intentado comunicarnos (por teléfono) con nuestros conocidos en el pueblo, pero sólo nos dan alguna excusa, nos dicen que no pueden hablar y cuelgan”, cuenta una mujer que no quiso ser identificada.
La Razón efectuó llamadas telefónicas para conocer detalles de la situación en el pueblo, pero se topó con palabras nerviosas, excusas y aseveraciones de que no se sabe qué está sucediendo.

La quema de la Alcaldía, el ex hotel Copacabana y el saqueo de Prodem han quedado como testigos de la violencia del sábado que estalló luego de la visita del ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, quien tuvo que evacuar el lugar en un helicóptero, luego de ser agredido.
“Nosotros hemos podido hablar esta mañana (ayer) con nuestros familiares, pero no quieren decir mucho. Sólo que hay incertidumbre. Tienen miedo que los teléfonos puedan estar intervenidos por los campesinos”, relataba ayer un hombre que logró salir del lugar el miércoles.

El Gobierno considera que lo mejor, para evitar más enfrentamientos, fue retirarse. “Ahora hay una tensa calma. Anoche (sábado) han habido actos vandálicos... quemaron instituciones y bienes. Estamos recuperando el proceso de la calma... por razones lógicas no se va a mantener una disputa ahí, se hizo un repliegue, pero esto no quiere decir que vaya a ser permanente. Se tiene que reconstituir los principios de la autoridad institucional y constitucional”, aseguró ayer el viceministro de Régimen Interior y Policía, José Luis Harb.

Achacachi y Sorata son tierra de nadie

Primero fue Achacachi. Después de los bloqueos de septiembre de 2000, cuando un oficial del Ejército fue asesinado a sangre fría por los campesinos y la escuela policial quemada, los indígenas quedaron prácticamente al mando de la zona, sin que los militares del Ayacucho se animen a salir de sus cuarteles, ni siquiera en situaciones de crisis, como lo fueron los bloqueos posteriores.

Sorata ha quedado en la misma situación ahora. Tras la quema de la Subprefectura, el juzgado agrario, la notaría, el cuartel policial y la Alcaldía, todo rastro del Estado boliviano ha quedado reducido a cenizas.

Desde el sábado, en la zona de dominio de Felipe Quispe, no existe el más mínimo rastro de institución alguna que represente al Estado boliviano, si bien el viceministro de Gobierno, José Luis Harb, asegura que esa situación es circunstancial y que obedece a una retirada estratégica de parte de las fuerzas del orden.

“No se puede juzgar que no hay Estado porque los militares han dejado la zona por algunas horas. Lo que nosotros estamos buscando es el menor enfrentamiento posible, pero los mecanismos legales deben volver”, dijo.
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