Más del 20 % de los cruceños tiene asma
Sociedad - Lunes, 14 / Jul / 2003
(Santa Cruz - El Nuevo Día)
En la ciudad se combinan varios factores que desencadenan la enfermedad. Si la detección es precoz, puede ser eliminada en el 95 por ciento de los casos. Los cambios bruscos de temperatura desencadenan este mal.
Alejandro jugaba con su hermano cuando comenzó a toser y a experimentar una molesta “carraspera”. Inmediatamente comenzó a tener dificultades para respirar y a emitir un ruido característico de los asmáticos, como “un gatito”. El niño tiene seis años y podría estar dando las primeras señales de asma, más aún si se considera que tiene rinitis y su madre sufre la enfermedad. Sin embargo, está a tiempo para evitar convertirse en un asmático crónico e iniciar un tratamiento de mediano plazo -unos cinco años- que a la larga le permita llevar una vida normal y sin dependencia de broncodilatadores u otros remedios.
Lamentablemente son muchos los que no reaccionan a tiempo y hoy se calcula que entre el 20 y 30 por ciento de la población cruceña sufren de asma, de acuerdo a las cifras de un estudio realizado por neumólogos del país a través de una encuesta a los alumnos entre 13 y 14 años de 120 establecimientos particulares y públicos. Rosario Pinto, neumóloga infantil y coordinadora del estudio que también se hizo en La Paz, asegura que los resultados demuestran que la enfermedad está subdiagnosticada. No obstante, aún se encuentra lejos del 40 por ciento mundial y donde es creciente la incidencia de factores laborales.
Es que en la ciudad se conjugan muchos factores desencadenantes de la enfermedad, como los cambios bruscos de temperatura, una gran cantidad de tierra, exceso de humedad y la presencia de flores durante todo el año, lo que -más allá del efecto estético- pueden convertirse en una tortura para un asmático. En invierno el problema aumenta por la presencia de virus y los cambios de temperatura, advierte el pediatra Javier del Solar. A éstos se suman los factores emocionales, que quedan en evidencia ante los imprevistos ataques que sufre un enfermo, cuando percibe que no lleva consigo su broncodilatador.
Lo más importante es estar consciente de que el asma puede controlarse y llevar una vida normal. Ardaya advierte que “no hay un tratamiento único para el asma, pues las causas y niveles son muy diferentes. Esto obliga a un tratamiento integral e individualizado y en algunos casos se requiere la participación de varios profesionales, especialmente en el caso de los niños”.
El principal objetivo médico es evitar los síntomas crónicos que pueden llevar a dolencias muy graves, como la fibrosis quística. Además, se busca reducir al mínimo las consultas de emergencia u hospitalizaciones, junto con evitar efectos indeseables y brindar la posibilidad de mantener una actividad física normal.
Por ello, muchas veces la familia debe ser “sometida” a un tratamiento. Cada miembro toma parte activa y puede llevar a modificar parte de la vida familiar o afectar la economía del grupo. No obstante, Ardaya asegura que a mediano plazo se reducirá el ausentismo escolar y laboral, luego de identificar los factores que provocan los temidos ataques. “Es necesario dejar de lado los mitos y creencias y aprender cosas como el uso correcto de los aerosoles”.
Explica que existen personas que se pueden tratar con vacunas, para lo cual es necesario identificar al o los agentes causales o alergenos. Esto puede durar entre tres y cinco años y no cura el asma, sólo permite que el paciente con asma alérgica tolere mejor las sustancias que desatan la reacción. No obstante, el pediatra Del Solar advierte que este tipo de tratamiento puede proteger ante ciertas sustancias, pero desarrollar una alta sensibilidad frente a otras, por lo cual reitera que “no hay vacuna para el asma”.
Lo importante es buscar alternativas a tiempo. Cuando la enfermedad se inicia antes de los 10 años y se realiza el tratamiento, el 50 por ciento de los pacientes se sana totalmente; antes de los 13, un 71 por ciento se cura o deriva a formas leves, en este grupo el 80 por ciento tiene comprometidos factores alérgicos; antes de los 16, se vuelven asmáticos el 60 por ciento, lo que demuestra que mientras más tarde se diagnostica, el pronóstico es peor.
Y entre los que la enfermedad se detecta antes de los cinco años, mejora o desaparece al final de la adolescencia, el 60 por ciento se vuelve asintomático, el 22 mejora significativamente y el 18 por ciento se mantiene igual o empeora más todavía.
Sin embargo, para lograr estas cifras la familia y el asmático deben acudir pronto a un tratamiento, de lo contrario sufrirán las consecuencias de una enfermedad que puede ser incapacitante -en su etapa más grave- y con graves costos sociales y laborales.
La muestra
Encuesta. Se realizó a 3.500 estudiantes de 13 a 14 años, de colegios fiscales y privados de Santa Cruz y La Paz. De éstos, el 56 por ciento eran mujeres y el 44 por ciento varones.
Sibilancia. El 22 por ciento dijo que había sufrido sibilancia alguna vez.
Asma. El 11 por ciento de los encuestados dijo que sí había tenido alguna vez.
Rinitis. Sí la ha padecido o la padecen, el 43 por ciento.
Fumadores. El 30 por ciento de los estudiantes ya había fumado, el 69 por ciento no y el uno por ciento no respondió.
Incidencia. El 10 por ciento reconoció tener asma y el mal está presente en por lo menos el 25 por ciento de quienes sufren rinitis alérgica.
Enfermedad. El 62 por ciento de los casos de asma se desarrolla entre el primer y quinto año de vida; un 13 por ciento a los cinco, y el resto durante la adolescencia o en la edad adulta.
Cura. El 95 por ciento de los asmáticos y alérgicos se curan si son tratados prematuramente.
Fuente: Dra. Rosario Pinto, pediatra neumóloga
En la ciudad se combinan varios factores que desencadenan la enfermedad. Si la detección es precoz, puede ser eliminada en el 95 por ciento de los casos. Los cambios bruscos de temperatura desencadenan este mal.
Alejandro jugaba con su hermano cuando comenzó a toser y a experimentar una molesta “carraspera”. Inmediatamente comenzó a tener dificultades para respirar y a emitir un ruido característico de los asmáticos, como “un gatito”. El niño tiene seis años y podría estar dando las primeras señales de asma, más aún si se considera que tiene rinitis y su madre sufre la enfermedad. Sin embargo, está a tiempo para evitar convertirse en un asmático crónico e iniciar un tratamiento de mediano plazo -unos cinco años- que a la larga le permita llevar una vida normal y sin dependencia de broncodilatadores u otros remedios.
Lamentablemente son muchos los que no reaccionan a tiempo y hoy se calcula que entre el 20 y 30 por ciento de la población cruceña sufren de asma, de acuerdo a las cifras de un estudio realizado por neumólogos del país a través de una encuesta a los alumnos entre 13 y 14 años de 120 establecimientos particulares y públicos. Rosario Pinto, neumóloga infantil y coordinadora del estudio que también se hizo en La Paz, asegura que los resultados demuestran que la enfermedad está subdiagnosticada. No obstante, aún se encuentra lejos del 40 por ciento mundial y donde es creciente la incidencia de factores laborales.
Es que en la ciudad se conjugan muchos factores desencadenantes de la enfermedad, como los cambios bruscos de temperatura, una gran cantidad de tierra, exceso de humedad y la presencia de flores durante todo el año, lo que -más allá del efecto estético- pueden convertirse en una tortura para un asmático. En invierno el problema aumenta por la presencia de virus y los cambios de temperatura, advierte el pediatra Javier del Solar. A éstos se suman los factores emocionales, que quedan en evidencia ante los imprevistos ataques que sufre un enfermo, cuando percibe que no lleva consigo su broncodilatador.
Lo más importante es estar consciente de que el asma puede controlarse y llevar una vida normal. Ardaya advierte que “no hay un tratamiento único para el asma, pues las causas y niveles son muy diferentes. Esto obliga a un tratamiento integral e individualizado y en algunos casos se requiere la participación de varios profesionales, especialmente en el caso de los niños”.
El principal objetivo médico es evitar los síntomas crónicos que pueden llevar a dolencias muy graves, como la fibrosis quística. Además, se busca reducir al mínimo las consultas de emergencia u hospitalizaciones, junto con evitar efectos indeseables y brindar la posibilidad de mantener una actividad física normal.
Por ello, muchas veces la familia debe ser “sometida” a un tratamiento. Cada miembro toma parte activa y puede llevar a modificar parte de la vida familiar o afectar la economía del grupo. No obstante, Ardaya asegura que a mediano plazo se reducirá el ausentismo escolar y laboral, luego de identificar los factores que provocan los temidos ataques. “Es necesario dejar de lado los mitos y creencias y aprender cosas como el uso correcto de los aerosoles”.
Explica que existen personas que se pueden tratar con vacunas, para lo cual es necesario identificar al o los agentes causales o alergenos. Esto puede durar entre tres y cinco años y no cura el asma, sólo permite que el paciente con asma alérgica tolere mejor las sustancias que desatan la reacción. No obstante, el pediatra Del Solar advierte que este tipo de tratamiento puede proteger ante ciertas sustancias, pero desarrollar una alta sensibilidad frente a otras, por lo cual reitera que “no hay vacuna para el asma”.
Lo importante es buscar alternativas a tiempo. Cuando la enfermedad se inicia antes de los 10 años y se realiza el tratamiento, el 50 por ciento de los pacientes se sana totalmente; antes de los 13, un 71 por ciento se cura o deriva a formas leves, en este grupo el 80 por ciento tiene comprometidos factores alérgicos; antes de los 16, se vuelven asmáticos el 60 por ciento, lo que demuestra que mientras más tarde se diagnostica, el pronóstico es peor.
Y entre los que la enfermedad se detecta antes de los cinco años, mejora o desaparece al final de la adolescencia, el 60 por ciento se vuelve asintomático, el 22 mejora significativamente y el 18 por ciento se mantiene igual o empeora más todavía.
Sin embargo, para lograr estas cifras la familia y el asmático deben acudir pronto a un tratamiento, de lo contrario sufrirán las consecuencias de una enfermedad que puede ser incapacitante -en su etapa más grave- y con graves costos sociales y laborales.
La muestra
Encuesta. Se realizó a 3.500 estudiantes de 13 a 14 años, de colegios fiscales y privados de Santa Cruz y La Paz. De éstos, el 56 por ciento eran mujeres y el 44 por ciento varones.
Sibilancia. El 22 por ciento dijo que había sufrido sibilancia alguna vez.
Asma. El 11 por ciento de los encuestados dijo que sí había tenido alguna vez.
Rinitis. Sí la ha padecido o la padecen, el 43 por ciento.
Fumadores. El 30 por ciento de los estudiantes ya había fumado, el 69 por ciento no y el uno por ciento no respondió.
Incidencia. El 10 por ciento reconoció tener asma y el mal está presente en por lo menos el 25 por ciento de quienes sufren rinitis alérgica.
Enfermedad. El 62 por ciento de los casos de asma se desarrolla entre el primer y quinto año de vida; un 13 por ciento a los cinco, y el resto durante la adolescencia o en la edad adulta.
Cura. El 95 por ciento de los asmáticos y alérgicos se curan si son tratados prematuramente.
Fuente: Dra. Rosario Pinto, pediatra neumóloga