Omeprazol y ranitidina podrían generar efectos desfavorables

La prescripción inadecuada de Omeprazol y ranitidina, formulados para tratar reflujos gástricos, podría desencadenar diferentes reacciones que empeorarían la salud.

Foto: Pixabay
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La prescripción inadecuada de Omeprazol y ranitidina, formulados para tratar reflujos gástricos, podría desencadenar diferentes reacciones que empeorarían la salud.

Esta fue una de las conclusiones que mostró la investigación adelantada por Betsy Valle Velasco, química farmacéutica de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien analizó la historia clínica de 103 pacientes del Hospital Universitario La Samaritana, de Bogotá. 

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“Según estudios previos consultados, existe un  uso indiscriminado de estos medicamentos que evitan la secreción ácida. Entre el 30 y el 50 % de los pacientes han sido formulados de manera injustificada”, señala la investigadora. 

Esa realidad no está alejada de los resultados de la investigación, puesto que el 69 % de los pacientes ingresados o de interconsulta a medicina interna recibieron un inhibidor para prevenir la secreción acida, sin hacer un estudio previo de su condición. 

El 64 % de los pacientes que ingresó a este servicio presentó un riesgo bajo de sangrado gastrointestinal, con lo cual no existiría una ventaja real de usar estos medicamentos como medida preventiva. 

La investigadora explica que el objetivo era aplicar el sistema de puntos Herzig, desarrollado por la doctora Shoshana Herzig de la Universidad de Harvard, para clasificar a los pacientes en grupos de riesgo, detectar en qué momento de su estadía en el hospital se les formulaba alguno de los dos medicamentos, y finalmente mirar la relación con el grupo de riesgo en el que se clasificó al paciente según los factores de dicho sistema de puntos. 

En los últimos años, la formulación de antiácidos, como el omeprazol y la ranitidina, aumentó para tratar la irritación por reflujo gástrico o la protección gástrica frente a medicamentos agresivos u otras condiciones clínicas que generan aumento del ácido del estómago. 

Para esta investigación se hizo un estudio descriptivo observacional retrospectivo y longitudinal, en el cual se tomaron las historias clínicas, se revisó la fecha de ingreso y la de prescripción del medicamento después de tres días de hospitalización. 

Luego se clasificó a los pacientes y se midió el riesgo de sangrado gastrointestinal con la escala de Herzig, catalogándolos en riesgo bajo, medio bajo, medio alto y alto, con base en la puntuación que determina su riesgo de sangrado. 

La edad promedio de los pacientes fue de 33 años, entre un rango de 18 y 88 años. De los 103 de la muestra, 61 se encontraban hospitalizados en el servicio de medicina interna y 42 de interconsulta a medicina interna. 

“Hallamos que más del 50 % de los pacientes estaba prescrito con omeprazol o con ranitidina o con los dos medicamentos en todos los grupos de riesgo. Sin embargo el que más se prescribe entre estos dos es el omeprazol”, señala la investigadora. 

Durante la hospitalización, el 39 % de los pacientes recibió omeprazol, el 20 % ranitidina y el 9 % ambos, pero esta prescripción se extendió después de su salida de la clínica en el 12 % de los pacientes; de estos, en el 75 % no se encontró evidencia dentro de la historia médica para justificar el uso, lo que puede desencadenar otras patologías. 

La investigación arrojó que el 8 % de los 103 pacientes incluidos en la muestra presentó sangrado gastrointestinal intrahospitalario. De ese 8 %, el 25 % se clasificó como paciente de alto riesgo y el 75 % de estos fue clasificado de riesgo bajo o medio bajo. 

Al respecto, la investigadora advierte que es necesario hacer un estudio con una muestra más amplia con un sistema que se ajuste a los pacientes teniendo en cuenta la patología, el estado nutricional, los aspectos culturales del uso de este medicamento, además de establecer una línea que indique en qué momento se debe usar omeprazol y ranitidina en pacientes intrahospitalarios. 

Le recomendación de la investigadora Valle es “emplear estrategias educativas dirigidas a los médicos prescriptores, con el fin de que se logre una unidad de criterio frente al uso profiláctico de estos medicamentos durante la estadía del paciente en el hospital”.

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