25 de mayo, 1809. El primer grito libertario de América

Viernes, 25 / May / 2007
 
(Bolivia.com)
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Corría el siglo XVI. Allá por el año 1540, al pie de los cerros Sica Sica y Churuquella, en los alrededores de un bello paraje que hoy se conoce como la Plaza de la Recoleta. Fue el español, don Pedro de Anzures que decidió, a nombre del rey de España, fundar Chuquisaca.

Años después, el paraje fundado fue elevado a la categoría de ciudad y se la nombró “Ciudad de La Plata”, un nombre otorgado por el enorme descubrimiento de los yacimientos de plata del Cerro de Potosí el año 1545.

“La Plata” fue la segunda ciudad en importancia del virreinato hacia los Siglos XVI y XVIII, tiempo en el que poder sociopolítico, económico y militar estaba representado por la Real Audiencia de Charcas, entidad que regía control sobre todo el territorio del Alto Perú y los límites con Paraguay, Argentina y Perú.

En aquellos años, la Real y Pontificia Audiencia de Charcas tenía la potestad de controlar el movimiento económico y administrativo de las minas de plata en Potosí. La Plata se convirtió en un centro neurálgico en la época colonial, cuando se comenzó a gestar la independencia de la República.

EL GRITO LIBERTARIO

Pese a que en el continente se registraron centenares de manifestaciones de protesta por el sojuzgamiento de los indígenas y criollos, desde la llegada misma de los españoles, la historia le reconoce a la ciudad de La Plata, el primer grito libertario de América el 25 de mayo de 1809.

A partir de esta primera revuelta, la región comenzó a vivir una euforia independentista y el primer grito libertario fue encontrando ecos emancipadores en las revoluciones de La Paz y Cochabamba.

Tal como ocurrió con el primer grito libertario, la por entonces Villa de La Plata se constituyó en la sede de la Declaración de la Independencia el 6 de agosto de 1825 en la ya conocida Casa de la Libertad, inmueble que en la actualidad funciona como museo donde se encuentra una serie de objetos de valor histórico notable, como los retratos y armas originales de Simón Bolívar y el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, gestores de la independencia.

Precisamente en honor al Mariscal de Ayacucho es que la ciudad pasó a llamarse Sucre durante los años correspondientes a la fundación de la República, nombre que hasta ahora permanece.

A partir de la fundación de la República, Sucre pasó a ser la capital de la República. Cuatro nombres le dieron brillo a la evolución de este departamento histórico. En el periodo prehispánico se llamó Charcas, en el periodo virreinal se denominó La Plata, en la etapa emancipadora recibió el título de Chuquisaca, mientras que en la era republicana pasó a denominarse Sucre.
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