(Santa Cruz - La Razón)
El corso central parte a las 19.00. Olivia I y la antigua comparsa de Los Tauras encabezarán el desfile de carros esplendorosos.
Algunas costumbres languidecen y otras se reavivan en el Carnaval de Santa Cruz. Esta realidad se puso en evidencia este año, con la creación de una nueva entrada —el Corso de las Ciudadelas— y la aprobación de otra propiamente oriental, que se concretará el 2005.
La Federación de Comparsas Carnavaleras de las Ciudadelas —como se conoce a los barrios periféricos y populares— trabajó cinco años antes de lograr que las manifestaciones aisladas de tres zonas se conviertan en una mayor.
Henry Saucedo, miembro de la directiva de la Asociación de Comparsas —entidad que lleva la batuta de toda la fiesta camba—, explica que los distritos 7, 8 y 9 —Plan 3.000, 1º de Mayo y Pampa de la Isla, con muchos migrantes collas— se juntaron y el último domingo estrenaron su entrada.
La evaluación fue altamente positiva. Bailes y personajes típicamente orientales salieron a relucir en el cuerpo de niños, jóvenes y adultos.
Similar recuperación tuvo lugar en la fiesta de coronación de Olivia I, este último jueves. El espectáculo El cambanga de la ópera mezcló tradición con luces, maquillaje deslumbrante y coreografías modernas.
La “fiesta grande de los cruceños”, como se llama al Corso que desfilará hoy por la noche, tiene la presencia de 320 comparsas. La Asociación elige un año antes a la llamada comparsa coronadora. Tienen oportunidad las más antiguas y las que cumplen estatutos y reglamentos como la buena conducta en años pasados, un proyecto atractivo para la celebración y otros.
Ser coronador “es un honor, pues el grupo asume el tema de la noche de coronación y su presencia es central la noche del corso mayor”, explica Saucedo a través del teléfono. De fondo se escucha el intenso ajetreo de la organización.
Este año le tocó a Arete Ija, la unión de tres comparsas: Picarazos Vándalos y Fantoches.
Olivia I fue elegida el año pasado y presentada en la Expo Cruz de septiembre. Ella presidió cada una de las precarnavaleras o fiestas que esta vez se hicieron el 24 y 30 de enero y el 7 de febrero.
El orden de entrada en el Corso lo define la Asociación. De noviembre a diciembre se califica la actividad de beneficencia de los grupos. Así se ganan un lugar, tras las comparsas más antiguas.
Los Tauras, con 60 años de historia, no tienen que hacer más méritos. Encabezan el Corso, aunque por la edad de sus integrantes van en un vehículo y pronto ocupan el palco de honor para aplaudir.
Una costumbre postcorso que desaparece es la de las mascaritas. Antes, a estas fiestas —de 11 noches— iban las mujeres llevando una máscara y conquistaban a los hombres.
Una nueva idea, propuesta por Héctor Molina, director del Proyecto Gran Paitití, fue aprobada para el año siguiente. Se trata de un precorso dedicado a las danzas de calle y folklore de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija. Entrará un día antes del Corso central, por la misma Doble Vía a la Guardia.
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Algunas costumbres languidecen y otras se reavivan en el Carnaval de Santa Cruz. Esta realidad se puso en evidencia este año, con la creación de una nueva entrada —el Corso de las Ciudadelas— y la aprobación de otra propiamente oriental, que se concretará el 2005.
La Federación de Comparsas Carnavaleras de las Ciudadelas —como se conoce a los barrios periféricos y populares— trabajó cinco años antes de lograr que las manifestaciones aisladas de tres zonas se conviertan en una mayor.
Henry Saucedo, miembro de la directiva de la Asociación de Comparsas —entidad que lleva la batuta de toda la fiesta camba—, explica que los distritos 7, 8 y 9 —Plan 3.000, 1º de Mayo y Pampa de la Isla, con muchos migrantes collas— se juntaron y el último domingo estrenaron su entrada.
La evaluación fue altamente positiva. Bailes y personajes típicamente orientales salieron a relucir en el cuerpo de niños, jóvenes y adultos.
Similar recuperación tuvo lugar en la fiesta de coronación de Olivia I, este último jueves. El espectáculo El cambanga de la ópera mezcló tradición con luces, maquillaje deslumbrante y coreografías modernas.
La “fiesta grande de los cruceños”, como se llama al Corso que desfilará hoy por la noche, tiene la presencia de 320 comparsas. La Asociación elige un año antes a la llamada comparsa coronadora. Tienen oportunidad las más antiguas y las que cumplen estatutos y reglamentos como la buena conducta en años pasados, un proyecto atractivo para la celebración y otros.
Ser coronador “es un honor, pues el grupo asume el tema de la noche de coronación y su presencia es central la noche del corso mayor”, explica Saucedo a través del teléfono. De fondo se escucha el intenso ajetreo de la organización.
Este año le tocó a Arete Ija, la unión de tres comparsas: Picarazos Vándalos y Fantoches.
Olivia I fue elegida el año pasado y presentada en la Expo Cruz de septiembre. Ella presidió cada una de las precarnavaleras o fiestas que esta vez se hicieron el 24 y 30 de enero y el 7 de febrero.
El orden de entrada en el Corso lo define la Asociación. De noviembre a diciembre se califica la actividad de beneficencia de los grupos. Así se ganan un lugar, tras las comparsas más antiguas.
Los Tauras, con 60 años de historia, no tienen que hacer más méritos. Encabezan el Corso, aunque por la edad de sus integrantes van en un vehículo y pronto ocupan el palco de honor para aplaudir.
Una costumbre postcorso que desaparece es la de las mascaritas. Antes, a estas fiestas —de 11 noches— iban las mujeres llevando una máscara y conquistaban a los hombres.
Una nueva idea, propuesta por Héctor Molina, director del Proyecto Gran Paitití, fue aprobada para el año siguiente. Se trata de un precorso dedicado a las danzas de calle y folklore de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija. Entrará un día antes del Corso central, por la misma Doble Vía a la Guardia.
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