Después de las municipales

Elecciones Municipales 2004 - Jueves, 16 / Dic / 2004
 
(La Paz - Bolivia.com)

Como sucede después de cada evento electoral, las evaluaciones van acompañadas de pronósticos, aunque por lo pronto tienen el dato limitante de la mirada concentrada en los resultados de capitales de departamento y algunas ciudades importantes, como El Alto.

Por razones obvias se distinguen las peculiaridades locales de las tendencias generales, sin embargo, el énfasis de las pesquisas de los periodistas y de las elucubraciones de los actores políticos se dirige a las consecuencias de los resultados electorales en el mapa político nacional y en las estrategias de los viejos y nuevos partidos y, de manera muy marginal, en el derrotero de las agrupaciones ciudadanas como nueva modalidad de participación en la disputa electoral.

Las evaluaciones comparten algunos criterios que terminan siendo de sentido común pero que merecen ser matizadas. Por ejemplo, la personalización del voto debido a la preponderancia del candidato respecto a la organización partidista se vio facilitada por las nuevas reglas que incorporaron a las agrupaciones ciudadanas en la disputa electoral puesto que estas organizaciones sirvieron de vehículo para las estrategias de algunos alcaldes en pos de su reelección. El dato relevante de la reelección de alcaldes como resultado dominante en las capitales de departamento y en El Alto tiene como aditamento –nada desdeñable por cierto- la concentración del voto y la correlativa mayoría que evita las negociaciones postelectorales en seis de las ocho ciudades donde los ex-alcaldes pisaron firme.

Decimos que es un dato nada desdeñable porque la posibilidad de restitución o ampliación de la legitimidad -uno de los objetivos de la eliminación del monopolio partidista en la representación política- viene aparejada con la certeza de la estabilidad política. La orientación del voto en ese sentido de mayoría nítida es la respuesta a los presagios de ingobernabilidad sustentados en la supuesta fragmentación en la representación debido a la también supuesta dispersión del voto. Otra vez, la búsqueda de equilibrio entre legitimidad y gobernabilidad encuentra una respuesta en el votante medio y no en aquellos actores políticos que sienten que la polarización les puede beneficiar atentando, precisamente, contra la legitimidad y la gobernabilidad. Una postura es antipolítica y la otra es antidemocrática, ambas fueron derrotadas el domingo, aunque esto no debe conducirnos a la idea del predominio de un voto conservador.

Otro supuesto está referido a la debacle de los partidos, sobre todo cuando se refiere a los denominados partidos tradicionales. Es bueno recordar que desde 1989 cuando irrumpen Condepa y UCS y, sobre todo, en los comicios municipales de 1999, la mayoría de las capitales de departamento fueron escenario de victorias de candidatos rivales de ADN, MNR y MIR. Los resultados del domingo 5 son el colofón a una historia de continuo deterioro de esas fuerzas tradicionales en la política municipal de las capitales de departamento pero traen la novedad de la debacle de otros partidos, como UCS y NFR, puesto que se trataba de fuerzas regionales con predominio durante más o menos una década en las ciudades de Santa Cruz y Cochabamba. Dejamos en el tintero las victorias de ADN en Trinidad y del MIR en Tarija porque tienen escasa importancia para la resolución de sus crisis internas que deben encarar como aspecto crucial la ausencia o la renovación de sus liderazgos nacionales (con todo, el desempeño del MIR merece un examen adicional que no corresponde abordar en estas líneas).

El caso más relevante es, sin duda, el partido de Manfred Reyes Villa porque NFR se enfrentaba al desafío de transformar en organización nacional el apoyo electoral recibido en las elecciones generales de 2002 y trascender las fronteras de la llajta. Perdido ese único bastión electoral y organizativo después de una década de hegemonía, las perspectivas políticas de NFR son más escasas aún de lo que se podía prever como resultado de su inconsistente actuación desde junio del 2002. Algo similar puede pensarse de UCS, aunque en este caso se trataba de una crónica anunciada, para utilizar una frase trillada.

Así las cosas, es evidente que la mayoría de los partidos no goza de buena salud y menos de reconocimiento ciudadano, empero, es preciso matizar las cosas y no caer en la generalización de la “derrota de los partidos” en los comicios municipales. Primero, porque la principal fuerza electoral es un partido político, el MAS, inclusive limitando nuestra mirada a las capitales de departamento. Su desempeño en los comicios municipales, pese a que no condice con sus expectativas, constata la capacidad del partido liderizado por Evo Morales para transformar en fuerza organizativa el apoyo electoral que obtuvo en junio de 2003, aunque dispone de un capital organizativo sindical y comunitario que le proporciona esa ventaja, ya demostrada en ocasión de la realización del referéndum.

Así las cosas, entre los actores estratégicos y partidos relevantes en el parlamento, el MAS es la única fuerza que no sufre las consecuencias del descrédito partidista ante los ojos de la ciudadanía. Si a eso sumamos el fortalecimiento del Movimiento Sin Miedo, la emergencia de nuevos partidos, como Unidad Nacional, con un nada desdeñable porcentaje de votación tomando en cuenta que estaba entrenándose, o la organización creada en torno a José Luis Paredes y su incontrastable victoria en el escenario preelectoral más complejo por los antecedentes de octubre 17, estamos asistiendo a los prolegómenos de una nueva recomposición del sistema de partidos.
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