Raúl Shaw Moreno pintó en sus años de retiro

Martes, 15 / Abr / 2003
 
(La Paz - La Razón)
Bolivia.com
Cuando las luces de los escenarios se apagaron, el cantante y compositor orureño que alcanzó éxito internacional con temas románticos, volcó su atención a los espacios en blanco que quiso llenar con sus recuerdos.

Lejos ya de los escenarios, la pasión artística de sus últimos años fue la pintura. Témpera, acuarela, algo de óleo. Llenó espacios en blanco con paisajes y gente pletóricos de vida.

Dueño de una voz privilegiada, Raúl Shaw Boutier cantaba desde que era un niño, allá en su Oruro natal. Hijo de Roberto Shaw Gallardo y Clotilde Boutier —descendientes de familias irlandesa y francesa que se afincaron en la ciudad minera de Bolivia—, Raúl era el mayor de cinco hermanos varones. Uno de ellos, Víctor, le secundó cuando, con 15 años de edad, el jilguero decidió llegar a La Paz con el sueño de hacer una carrera en la radio.

La década del 40 fue ya de éxitos para el joven de las espesas cejas que gustaba de cantar boleros. Junto a Víctor y un amigo formaron el trío —era la moda entonces— Panamérica Antawara. “Tuvieron un éxito absoluto”, recuerda el periodista Mario Ríos Gastelú que atestiguó tal hecho desde su micrófono en la Radio Nacional.

Vino luego un primer viaje a México, donde el boliviano encontró a un rival artístico en el chileno Lucho Gatica. Desafiado, Shaw Boutier se trasladó a Santiago, donde el público respaldó a su compatriota. Pero, la oportunidad estaba echada pues el ya archifamoso trío mexicano Los Panchos reparó en la voz de tenor del orureño y le invitó a ocupar el lugar que el cubano Hernando Avilés acababa de dejar.

El romance duró dos años, pero fueron de los mejores para el trío que de paso le dejó la impronta del nombre artístico: Raúl Shaw Moreno, con la que seguiría su exitosa carrera como solista.

Alex —los otros hermanos son Roberto y Arturo—, que vive en la zona de Miraflores de La Paz, dice que nunca alcanzó a contar la cantidad de discos grabados por Raúl. “Son cientos: con Los Panchos, solo, junto a Los Peregrinos —el grupo que integró en Chile—, como uno de Los Tres Caballeros... Por ejemplo, tengo como 20 vinilos con una banderita de cada país latinoamericano donde se hizo alguna edición”.

Shaw Moreno fue también un buen compositor. Su temprano bolero Magalí, que dedicó a una niña pequeña que era su vecina, marcó época. Están también Lágrimas de amor, Cuando tú me quieras, Nuestras cartas, Sabrás que te quiero, entre las más conocidas. Con sus versiones interpretativas marcó temas como Osito de felpa y Palmeras, haciendo muy difícil para otros artistas incluirlas en su repertorio.

El artista, que falleció el domingo en Buenos Aires, donde residía desde los años 80, era dueño de un gran sentido del humor y nunca dejó de ser un galán, recuerda el cantante Pepe Murillo. Su esposa, la argentina Lilian Shaw y su hijo Carlos —que no heredó la voz de su progenitor, pero sí su pasión por la música, al punto de que estudia musicología— decidieron enterrarle en la tierra que le cobijó los 20 últimos años de vida.
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