Alandia retrató a Fidel Castro antes de la Revolución

Cultura - Lunes, 19 / Sep / 2005
 
(La Razón)
Bolivia.com
Carlos Cordero C., Investigador.

Fidel Castro, el legendario líder de la revolución cubana, debe ser el Presidente de Estado más fotografiado y retratado de la historia. A finales de la década de los 50, cuando junto a los hombres de Sierra Maestra conmovía la política hemisférica, su uniforme verde olivo y rostro con negra barba recorrió el ancho mundo. La revolución que encabezaba en mitad del Caribe le dio fama mundial y le permitió ingresar a la historia. A partir de ese momento (1959) se empezó a reconstruir la imagen de Fidel y de Cuba y, por ello, no es difícil suponer que luego de cuatro décadas exista un archivo de fotos y retratos del líder, tan voluminoso como para llenar varios museos.

Un hecho notable sobre los incontables retratos de Castro, es que existe un lienzo al óleo realizado en 1957, mucho antes del salto revolucionario. Es decir, antes de que Castro Ruz se convirtiera en Fidel, el revolucionario exitoso.

Se trata de un lienzo trabajado por Miguel Alandia Pantoja, pintor autodidacta considerado uno de los artistas plásticos más influyentes e importantes del siglo XX, boliviano de raíces indígenas nacido en las tierras de Catavi (Potosí), el famoso territorio que gracias a sus minerales había sustentado económicamente al imperio español.

Carlos D. Mesa Gisbert, el ex presidente de la República, cuando ejercía el periodismo en el desaparecido matutino Última Hora de La Paz (1983) realizó una encuesta que confirma el talento y prestigio de Alandia Pantoja, ubicándolo entre los 10 artistas más influyentes de la plástica boliviana. Este Alandia tuvo la inquietud de retratar a Castro en circunstancias interesantes.

Por invitación expresa del ex presidente Víctor Paz Estenssoro, el mítico hombre de la revolución boliviana, Alandia Pantoja pintó en 1953 un mural de 86 metros cuadrados en el Palacio de Gobierno de Bolivia, denominado Historia de la mina. En la obra se criticaba el poder oligárquico de los empresarios mineros y terratenientes apoyados en las Fuerzas Armadas, y se sugería el nacimiento de un tiempo nuevo sobre la base de movimientos obreros liberadores. La polémica obra que se exhibió en las escalinatas principales del centro del poder político boliviano hasta mayo de 1965, fue destruido por órdenes de la Junta Militar que ocupó el Palacio.

El mural, concluido en los primeros años de la revolución nacional, llamó la atención incluso fuera del país. Esto motivó la visita a Bolivia de otro grande de la muralística continental: el mexicano Diego Rivera.

En mayo de 1956, Rivera arribó a Bolivia. El mexicano había alcanzado notoriedad mundial al ser contratado por el multimillonario Rockefeller que le pidió un mural y que, una vez terminado, disgustó enormemente al mecenas norteamericano porque en la gigante pintura aparecía la cabeza de Lenin.

En medio de las incontables preguntas que generó la presencia de Diego Rivera, un periodista de El Diario indagó: "¿Ha visto usted algo de los artistas bolivianos que le permita un juicio al respecto? "Muy a la ligera y, sin embargo, puedo declarar que hay un grupo revolucionario valioso. El mural del Palacio de Gobierno es formidable", respondió Rivera.

Alandia y Fidel Castro

De la visita del mexicano a Bolivia nació una invitación, el año 1957, para que Miguel Alandia Pantoja exhibiera su arte en el Palacio de Bellas Artes del Distrito Federal.

El artista potosino llevó algunas pinturas y obtuvo una Mención Honrosa en la Primera Bienal de Arte de México. En este país y durante este viaje, Alandia Pantoja pintó el lienzo de Fidel Castro. Y aquí comienza la bruma de misterio que rodea al cuadro.

El pintor habría realizado el retrato del todavía desconocido revolucionario, sin que éste llegara a posar realmente. Fidel Castro o quienes complotaban desde México para hacer realidad la insurgencia en Cuba, conocieron el cuadro y según testimonio del hijo mayor de Alandia, también de nombre Miguel, era exhibido en la calles de México y con él recaudaban dinero pasando "una latita", para así financiar parte de la revolución que se gestaba.

La verdad es que Alandia Pantoja, luego del triunfo de la revolución cubana, en 1959, llegó a exponer en el Museo de Arte de La Habana, en el Liceum de la misma ciudad y en el Salón Municipal de Santiago de Cuba.

El lienzo de Fidel Castro, con gorra y uniforme militar, canana de municiones al hombro, negra barba, mirada en alto, con fusiles en algarabía y pueblo alrededor, habría permanecido un tiempo en Cuba y en posesión del propio Fidel.

Por alguna razón desconocida, el cuadro pintado por Alandia fue devuelto a Bolivia y hoy se encuentra en el hall de entrada de la Embajada de Cuba, misión diplomática ubicada en el plácido barrio de Irpavi de La Paz.

Alandia no sólo fue un maestro muralista sino un activo militante del Partido Obrero Revolucionario de línea trotskista (POR). Su militancia le causó más de un exilio y la destrucción de al menos cuatro de sus murales, cargados de política y esperanza.

Guillermo Lora, el histórico líder del trotskismo en Bolivia, escribió una sentida biografía política de Alandia después de que éste falleciera en el exilio, en la ciudad de Lima. "En México pintó un mal retrato de Fidel Castro, cuando éste se encontraba en plena conspiración, lo que no supone que en momento alguno hubiese estado de acuerdo —Alandia— con la aberración foquista", estampó.

Sin duda que Miguel Alandia Pantoja llegó a conocer a Fidel Castro. Lo que aún no se sabe de manera pública es por qué Castro Ruz, ya encumbrado en la fama y el poder, devolvió el cuadro a Bolivia. Y cuál fue la ruta y cuáles los avatares del cuadro para llegar al hall de la misión cubana en Bolivia.

El perfil del artista

Vida • Miguel Alandia Pantoja nació en el norte de Potosí, en la región minera de Catavi. Murió en Lima en 1964.

Obra • Muralista, su obra monumental es también numerosa. Algunos ejemplos son: "Huelga y Masacre" 1954, "Historia de la Medicina" 1956, "El petróleo en Bolivia" 1958, "La Mina" 1960 (destruido en 1965). Y muchos otros más.
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