Esta jornada, 21 de marzo, dedicada a su Día Mundial es un motivo para detenerse en ella e indagar en cómo acercarse a ella y a sus autores.
Cómo apreciar una propuesta poética es un ejercicio que quizá comienza en los colegios.
En Santa Cruz el estudio de la poesía está cambiando con los nuevos textos que regionalizan el contenido tanto de Bolivia en el marco mundial, como de Santa Cruz en el ámbito nacional. Actualmente es más frecuente que se lea más de autores latinoamericanos que de los europeos que tradicionalmente ocupaban páginas. y es posible el acercamiento a una mayor diversidad de autores bolivianos.
El profesor de literatura y autor de los textos escolares de La Hoguera de Literatura y Comunicación, Edgar Lora, señala que ahora la formación muestra una abundante poesía nacional que rescata el lenguaje oral y poético del país en todas sus expresiones culturales, poesía chapaca, cochabambina,
paceña, cruceña... “como un valor etnofolclórico y costumbrista.
Luego se está dando la poesía totalmente estética, lírica, de alto vuelo en composición y creatividad y una poesía con mensaje ético”, explica.
Pese a ello también considera que la enseñanza de la poesía en los colegios aún es muy débil.
Plantea que la poesía hay que enseñarla en cuatro dimensiones: Primero, la lectura, el gusto, el descubrimiento de la subjetividad, de la apreciación del lenguaje figurado en el texto poético.
En segundo lugar hay que enseñar el análisis, los componentes, clases, formas de poesía. Lo que es un soneto, un madrigal, una oda o un verso libre. El niño y el joven tienen que saber que el verso es esencialmente estética y arte, por tanto está sujeto a una disciplina, creatividad y un orden técnico temático.
La tercera fase de la enseñanza tiene que ser la interpretación. Lora propone hacer concursos
de declamación porque eso le da un valor masivo y la hace un instrumento social. La poesía cuando es para uno es bonita, pero cuando se la difunde se convierte en un patrimonio social y eso es lo que no se hace en colegios, sólo se hace recitar para el día de la madre y del padre.
Finalmente, hay que hacer la composición, la creatividad. Es una fase que también se ha descuidado. El alumno no escribe poesía, no hace poesía. Debería fomentarse el componer versos, estrofas, ir desde las coplas a los madrigales, ir al verso libre en temas sociales, composiciones de canciones, una cueca, un taquirari para enseñar el manejo del verso dentro de la oralidad y la musicalidad.
Las lecturas imperdibles
Para Edgar Lora es difícil recomendar los libros o autores más adecuados por generación. Prefiere dar una lista de autores que considera ineludibles para construir “una apreciación estética y técnica
de la composición poética. La poesía en realidad hay que valorarla individualmente, cada poema es como un ser humano”, afirma el docente y escritor.
En la generalidad de la que habla cita a Gabriela Mistral, Juana de Ibarboureau, Alfonsina Storni, Rubén Darío, Pablo Neruda, José Asunción Silva, José Martí, Juan Gelman, Mario Benedetti.
Considera que en Bolivia es básico leer la poesía desde Adela Zamudio “un modelo extraordinario de poesía boliviana”, dice. Igual la obra de Blanca Wietüchter, Nora Zapata, Pedro Shimose. A este último lo califica como “ineludible”. Junto a Shimose, a Eduardo Mitre. Edgar Lora se detiene en sus recomendaciones en Hernando Sanabria y lo destaca como “una faceta desconocida de Santa Cruz”. Finalmente relieva la poesía abundante que se genera en esta ciudad. “Tenemos una buena producción poética de calidad”, afirma y cita a Alejandro Marat, Luis Andrade y Gustavo Cárdenas.