La fiesta de San Juan se vive, de oriente a occidente

Cultura - Sábado, 21 / Jun / 2003
 
(La Paz - La Razón)
Bolivia.com
Los campesinos quechuas celebraron esta madrugada, en la ciudad y en el área rural de Cochabamba, la llegada del solsticio de invierno. En La Paz, el humo cubre el cielo.

En dos rituales, los campesinos de Cochabamba pidieron esta madrugada a la Pachamama más cosechas y que no haya sequía y heladas como en años anteriores. Esto sucedió en Incarracay —localidad ubicada a unos 40 kilómetros de la capital— y en la colina de la Coronilla que está ubicada en plena ciudad.

Los indígenas quechuas prepararon con tiempo, en la colina, el rito del solsticio de invierno. Se alistó así las ofrendas a la Madre Tierra, pidiendo a cambio buenas cosechas.

El amauta Arturo Viscarra preparó las mesas para la Pachaquilla, la Mamaquilla y el Pachainti, una trilogía que hace referencia a la Tierra y al Sol, a fin de que “nos escuchen y nos den lo que necesitamos".

Este es el día más adecuado para “cargarse de energía” que debe bastar para todo el año, por eso es importante la mayor participación posible no sólo de los campesinos, sino de la población en general, dice Viscarra.

El solsticio se recibe en la Coronilla desde el año 2000. El amauta explica que se ha recuperado el sitio que en el pasado servía a los incas para comer con la mejor vista de la cordillera del Tunari. Es un sitio sagrado por esta razón, pero también para la historia del país, pues allí lucharon las mujeres defendiendo los sueños de Independencia en el siglo XIX.

En el ritual de la Coronilla participaron no sólo amautas bolivianos, sino también invitados especiales del Ecuador y Perú. Como en esos países también se conmemora el solsticio, hacia allá viajaron a su vez representantes bolivianos.

Otro sitio tradicional para los rituales es Incarracay. Ahí, además de los sahumerios y las mesas ceremoniales, se sacrificó esta mañana a animales, principalmente llamas.

Las comunidades indígenas están preocupadas por los graves problemas registrados en años anteriores, con pérdidas de cosechas debido a las heladas, sequías e inundaciones en las zonas rurales. A juicio del amauta Viscarra, los malos años llegaron al país porque nadie se acordaba de realizar rituales y nadie se cargaba de energía solar. Por ello mismo "nos atacan muchas enfermedades".

Para los aimaras y quechuas, el solsticio es el inicio de un nuevo año, un momento en el que la tierra descansa y se prepara para cuando llegue la siembra. Mientras, la gente en el campo prepara chuño, tunta y caya, alimentos que se podrán guardar aprovechando los dones de la naturaleza en las estaciones pasadas.

Estas creencias, unidas a las prácticas agrícolas para preparar la tierra, se traducen también en los chaqueos o quema de vegetales en montes, cerros, yungas y hasta bosques. Esto, que las distintas medidas medioambientalistas —locales, regionales y nacionales— intentan frenar, persiste como se ha visto en La Paz durante la última semana.

Ayer, por ejemplo, en la ciudad se hizo evidente el olor a humo y una escasa visibilidad. Por la mañana, tras la lluvia nocturna, el horizonte lucía diáfano. Pero al avanzar el día

volvió la humareda que los defensores del medio ambiente temen se incrementará este fin de semana, mucho más cuando se celebre la fiesta de San Juan el lunes por la noche.
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