El terremoto de 1998 y sus réplicas de corrupción

Política - Domingo, 18 / May / 2003
 
(Cochabamba - Opinión)

Bolivia.com
Las víctimas del sismo ya no quieren llorar. Unos pocos se hicieron ricos con las donaciones. Las casas son pequeñas, pero los campesinos se sienten mejor que antes.

La vida de Norma Beltrán comenzó un día después de que sesenta y siete personas la perdieron en la madrugada de aquel fatídico viernes 22 de mayo de 1998. Su familia es beneficiaria de una vivienda campesina en la comunidad de Rumi Corral, en la provincia de Campero. El espacio es reducido, pero “es mejor del que teníamos antes”, señalan al puntualizar que no quieren derramar más lágrimas al recordar el terremoto.
Muchos aiquileños, totoreños y mizqueños no están satisfechos con la reconstrucción, ni con la falta de sanciones a quienes se apropiaron de las donaciones para las víctimas del terremoto. Se han propuesto olvidar la tragedia y vislumbrar un futuro mejor, todavía nebuloso por la crisis económica y las obras de reconstrucción aún inconclusas.
A cinco años del sismo que transformó el cimiento de sus existencias, siempre tienen presente que unos pocos se hicieron ricos a costa de su dolor.

“Era el fin del mundo”
Humberto Inocencio creyó que los dos temblores que alcanzaron los 6.6 grados en la escala de Richter eran, como le dijo su tía, “el fin del mundo”. Sus compañeros identifican esos momentos como el inicio de “la noche sin fin”. En aquel entonces, la generación de Humberto, un estudiante totoreño de 4to. medio del Colegio José Campero, tenía 13 años y fue testigo de cómo sus familiares rezaban y lloraban en las calles después de lo sucedido. El episodio de oscuridad, frío, y gritos dejó profundas huellas en niños, niñas y adolescentes.
La directora del aiquileño Colegio Simón Rodríguez, Iblin León, relató que, hasta varios meses después del siniestro, les costó mucho a los docentes hacer que sus alumnos retornaran a las aulas. Hicieron varios simulacros para enfrentar un futuro movimiento terrestre y, poco a poco, devolvieron a los chicos la confianza perdida en los espacios cerrados. No era para menos, tan sólo diez días después del terremoto se sintieron 1.200 réplicas. El último movimiento telúrico fue en octubre del año pasado y asustó a una gran parte de la población. Pensaron que nuevamente se les volverían a caer encima los techos y paredes.
El abogado Gonzalo Camacho, que perdió a su madre sepultada por una de las torres de la catedral de Aiquile, se niega a recordar el hecho. Una mirada perdida, silencio y dolor seco es la secuela que queda en el doliente.
En el imaginario popular, el terremoto se expresa como “un ladrón que entró por la noche” o “como un dragón que movía la tierra”, tal como lo define el presidente del Comité Cívico de Totora, Pedro Olivera.

Migración
Los pueblos del cono Sur, dependientes de la agricultura, el comercio, el turismo y la artesanía, vieron cómo gradualmente sus hijos migraban hacia otras latitudes. Aunque una gran mayoría se quedó por no tener otro lugar a donde ir, un tercio de la población afectada decidió buscar otros rumbos por la carencia de medios para su subsistencia y por el miedo a otro desastre. Luego volvieron a sus orígenes, pues no encontraron mejores oportunidades en otros rumbos. El alcalde de Aiquile, Luis López, señala que antes del sismo su municipio contaba con 7 mil habitantes, de los cuales 5.200 se fueron a otras ciudades del interior, pero en cuestión de meses retornaron a su tierra, poblada actualmente por más de 8.000 mil personas, de acuerdo al último Censo del 2001. Totora era antes habitada en su área urbana por 1.500 personas, se fueron 300 y el Censo registró la partida de otras 100.

Agricultura
El terremoto perjudicó la producción agraria incluso hasta hoy. Movió las quebradas y conductos naturales de agua. Según el alcalde de Totora, Victoriano Mejía y el presidente del Concejo Municipal de Mizque, Carlos Zelada, un 70 por ciento de las comunidades rurales se quedaron sin riegos para sus cultivos, perjudicando a miles de hectáreas de cosechas de alimentos.
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