‘Onir’, el nuevo cuento de Blanca Elena Paz
Martes, 14 / May / 2002
(Santa Cruz - El Nuevo Día)
Un narrador boliviano desmenuza la segunda obra literaria de la escritora. Ella indaga en la literatura y en sus sueños.
Onir (La Hoguera, 2002) es el título del segundo libro de cuentos de Blanca Elena Paz, publicado siete años después del primero (Teorema). Doce cuentos, o si quieren trece, porque bajo uno de los títulos (“Relatos de monte adentro”) hay dos historias.
Hay un afán, en la literatura de Blanca Elena, por jugar con las sugerencias, por buscar un lector activo, para que sus cuentos sean poseídos. No nos lo da todo comido. Poco a poco, a medida que uno avanza en la lectura, debe enterarse de lo que pasa, debe complementar y añadir datos, colores, frases, sugerencias, y de pronto, el cuento está, sucede, se ilumina. Y si esto no ocurre hay que volver a repasar algunas líneas.
Onir. ¿Es el nombre de un planeta recién descubierto, de un héroe mitológico privado o la raíz del sueño? Onírico, en español, casi nos hace despertar por culpa de ese final con la consonante “c”. Entonces, mejor Onir, y flotamos en el espacio o en el inconsciente sin molestias. Uno puede leer estos cuentos de diversas maneras. Por ejemplo, buscando las temáticas constantes, o la diversidad formal. Aquí están, hay para todo gusto. Desde el cuento realista como “Historia de Barbero” hasta “Cita en invierno” donde la fantasía y el terror nos sacuden como un viento de nieve. Desde el lenguaje coloquial de “La deuda” hasta el lento y triste “Precepto en horas”. Desde los sencillos “Agobio” y “Confesiones”, hasta “Retorno en luz” donde las voces y los diversos planos de la realidad se conjugan en una unidad de sentimientos y de efecto para hacer el mejor cuento de la colección. Sin desmerecer a los dos primeros y los dos últimos, que usted mismo, lector, podrá buscar en este libro.
Cuentos duros y sentidos, donde la violencia o la desesperanza, el amor y la transgresión de las normas no pueden dejarnos indiferentes. Una monja enamorada. Dos mujeres que se aman. Una traición. Un abandono por desamor. Una prostituta “de la calle” y otra “de altura”. Una esposa y madre que en su agonía busca el reencuentro con su verdadero amor. Son los temas de los primeros cuentos del libro. Y la muerte y la violencia en casi todos los demás. Como las infinitas muertes de Jared, un asesinato por envenenamiento, un arreglo de cuentas, un suicidio, sin olvidar las transformaciones y los muertos vivos de “monte adentro”. Tales dosis que sólo pueden ser aceptadas por el lector, gracias al manejo de la forma y al lenguaje preciso y sugerente de la autora; gracias a la transformación literaria, que es el oficio del creador.
Un oficio donde la autenticidad de la vida y la capacidad de observación de la realidad, son las condiciones para que el arte no perezca.
Manuel Vargas* Escritor.
Un narrador boliviano desmenuza la segunda obra literaria de la escritora. Ella indaga en la literatura y en sus sueños.
Onir (La Hoguera, 2002) es el título del segundo libro de cuentos de Blanca Elena Paz, publicado siete años después del primero (Teorema). Doce cuentos, o si quieren trece, porque bajo uno de los títulos (“Relatos de monte adentro”) hay dos historias.
Hay un afán, en la literatura de Blanca Elena, por jugar con las sugerencias, por buscar un lector activo, para que sus cuentos sean poseídos. No nos lo da todo comido. Poco a poco, a medida que uno avanza en la lectura, debe enterarse de lo que pasa, debe complementar y añadir datos, colores, frases, sugerencias, y de pronto, el cuento está, sucede, se ilumina. Y si esto no ocurre hay que volver a repasar algunas líneas.
Onir. ¿Es el nombre de un planeta recién descubierto, de un héroe mitológico privado o la raíz del sueño? Onírico, en español, casi nos hace despertar por culpa de ese final con la consonante “c”. Entonces, mejor Onir, y flotamos en el espacio o en el inconsciente sin molestias. Uno puede leer estos cuentos de diversas maneras. Por ejemplo, buscando las temáticas constantes, o la diversidad formal. Aquí están, hay para todo gusto. Desde el cuento realista como “Historia de Barbero” hasta “Cita en invierno” donde la fantasía y el terror nos sacuden como un viento de nieve. Desde el lenguaje coloquial de “La deuda” hasta el lento y triste “Precepto en horas”. Desde los sencillos “Agobio” y “Confesiones”, hasta “Retorno en luz” donde las voces y los diversos planos de la realidad se conjugan en una unidad de sentimientos y de efecto para hacer el mejor cuento de la colección. Sin desmerecer a los dos primeros y los dos últimos, que usted mismo, lector, podrá buscar en este libro.
Cuentos duros y sentidos, donde la violencia o la desesperanza, el amor y la transgresión de las normas no pueden dejarnos indiferentes. Una monja enamorada. Dos mujeres que se aman. Una traición. Un abandono por desamor. Una prostituta “de la calle” y otra “de altura”. Una esposa y madre que en su agonía busca el reencuentro con su verdadero amor. Son los temas de los primeros cuentos del libro. Y la muerte y la violencia en casi todos los demás. Como las infinitas muertes de Jared, un asesinato por envenenamiento, un arreglo de cuentas, un suicidio, sin olvidar las transformaciones y los muertos vivos de “monte adentro”. Tales dosis que sólo pueden ser aceptadas por el lector, gracias al manejo de la forma y al lenguaje preciso y sugerente de la autora; gracias a la transformación literaria, que es el oficio del creador.
Un oficio donde la autenticidad de la vida y la capacidad de observación de la realidad, son las condiciones para que el arte no perezca.
Manuel Vargas* Escritor.
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