El barroco es más que una forma de arte

Cultura - Domingo, 15 / Dic / 2002
 
(La Paz - La Razón)
Bolivia.com
Para unos es una manera de pensar la realidad, para otros sólo un periodo cronológico. En todo caso, permite ver los cambios en la forma de concebir al arte.

Cultura
La semana que termina reunió en Santa Cruz de la Sierra a expertos del barroco en España y América Latina. El barroco andino fue el tema específico en torno al cual se compartieron investigaciones desde los campos de la historia del arte, la arquitectura, la literatura, la vida cotidiana y la música.

El encuentro fue organizado por el Viceministerio de Cultura y la Unión Latina, con el auspicio de la Embajada del Reino de los Países Bajos y el respaldo del Centro de Formación de la Cooperación Española.

Una treintena de propuestas abrió un amplio abanico de información en un tono académico y revelador de los muchos caminos que se cruzan y de cómo el pasado marca en varios sentidos a los pueblos de hoy. Marcas que, lo han dicho los expertos, hay que mirar críticamente y allí el valor de las investigaciones, el trabajo minucioso sobre un cuadro, una forma musical, una fiesta, una serie de portadas arquitectónicas, un texto escrito, etc.

El encuentro sirvió además de marco para el homenaje que los organizadores tributaron a los arquitectos e historiadores bolivianos Teresa Gisbert de Mesa y José de Mesa. Más allá de las palabras pronunciadas en el discurso oficial por la viceministra Marisabel Álvarez Plata, fue precisamente el encuentro el que dio una y otra vez argumentos sobre lo justo del reconocimiento. Los estudiosos sea de Perú, Ecuador, y por supuesto Bolivia, citaron varias veces a los Mesa como fuente y referencias para sus propios trabajos.

El peruano José Correa Obregoso, que mostró las portadas de la ciudad de Trujillo, repitió una y otra vez cómo se salvó esta ciudad de la destrucción por el trabajo de José de Mesa.

De los múltiples temas tratados, La Razón insistió en dos: la libertad en el arte comparando el periodo barroco con lo contemporáneo y el valor de este periodo

Historia
“El arte ha pasado por diferentes grados de libertad. Hoy se vive una mayor respecto a otras épocas. Lo que queda claro al estudiar el periodo barroco (aunque no exclusivamente) es que la fuerza del artista es tal que, pese a las limitaciones y repeticiones impuestas, logra una obra bella. Y logra también incorporar más significados de los que le está permitido. En este sentido, hay diferencias entre el barroco europeo y el hispanoamericano. El primero es algo más libre temáticamente y permite acercarse a la realidad en cuanto a tipos humanos y paisajes (Rembrandt y la lección de anatomía, Velásquez y una mujer friendo huevos). En cambio, en Hispanoamérica, el arte es un instrumento casi exclusivamente para evangelizar. Entonces da pena que un artista de la calidad de Pérez Holguín no dejara pinturas sobre los tipos potosinos, sobre los mitayos y el trabajo en el Cerro Rico de Potosí. Y que sus vírgenes estén en medio de paisajes copiados de otras realidades. Pese a todo ello, pese a que algunos artistas terminaron ante la Inquisición, se ha impuesto la personalidad de éstos, su propia visión de las cosas, su propio arte finalmente. Otro aspecto fundamental es que en el siglo XVIII la fuerza de las culturas aimara y quechua se hace presente, dándole a la vestidura cristiana otros significados. Esto es el barroco mestizo: la transformación de un ángel en una mujer árbol, con atributos de fertilidad. O de la Virgen María que no es solamente la intercesora sino la que ayuda a conseguir riquezas y a conservarlas, como se la ve hoy en Urkupiña o en Copacabana, con atributos que son los de la Pachamama. La gran pregunta es en qué momento se produjo esa transferencia. Ahora bien, ¿cuál el valor de investigar en estos campos? Tiene que ver con el ocurrir y el ser. Nosotros vivimos los hechos de coyuntura, pero están también los estructurales. Si nos quedamos con los primeros, seguramente tendremos una mirada pesimista respecto a Bolivia. Pero, si miramos la totalidad, el tiempo largo, la forma en que, por ejemplo, ha ido superándose el concepto de la ciudad dual del barroco con indios por una parte y criollos por otra, cabe el optimismo. Es cierto que todavía es un discurso, pero hay un cambio. Claro que para ver el ser del boliviano hay que remontarse incluso hasta Tiwanaku”.
Fernando Cajías, historiador boliviano, decano de la Facultad de Humanidades de la UMSA.

Libertad
“Es cierto que en los siglos XVII y XVIII, el artista pintaba por ejemplo según reglas muy estrictas, siguiendo indicaciones de la Iglesia Católica sobre lo que convenía o no representar. Comparado con lo que hoy se entiende por arte —una libertad casi sin límites— podría pensarse que lo otro no es arte. Pero no es cierto. Ahí ha estado siempre la libertad de interpretación que hace que pese a las cosas acotadas, el artista haga obras con un sello propio y distinto. Éstas son las obras que perviven hoy, las obras maestras, las que han superado al tiempo. No son, pues, documentos del pasado, sino realidades artísticas contemporáneas, con la capacidad de comunicar ideas, sentimientos, lecciones de vida a la gente del siglo XXI. En esto se distingue un historiador de un historiador de arte. Este último no trabaja sobre el pasado, sino sobre objetos que están vivos, que se reinterpretan pues según las épocas y las personas siguen cargándose de sentidos”.
Juana Gutiérrez Haces, historiadora del arte del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Utilitario
“El concepto de arte en el barroco es muy distinto del que se maneja hoy como sinónimo de libre creación. En el pasado, si bien también se crea, el resultado tiene que servir para algo, no es gratuito, cumple una función social. Y la sociedad tenía un contexto del que difícilmente se podía salir. Pero incluso en países más flexibles en este sentido, como Italia o Francia, a nadie se le hubiera ocurrido pintar por pintar. Lo más que se podía hacer es esculpir de propia voluntad una Virgen para obsequiarla a una iglesia y que la gente vaya y le rece. Nada de pretender hacer algo sólo para que “me admiren”, tenía que ser útil. Esto sería muy mal visto hoy. Pero tampoco es que el artista actualmente salga del contexto: si es moderno es porque vive en este siglo, pues en otro haría exactamente lo que sus antecesores. Es que nadie puede escapar de su tiempo. Además que hay señales del pasado muy vigentes hoy. Barrocos somos todavía en muchos sentidos. Creer que se ve a la Virgen, que hay Cristos que lloran, llevar a otras personas para que vean lo mismo y rece es muy barroco. Esto no corresponde a las personas que no tienen tiempo que perder. Si ello es bueno o malo, no sé. A veces pienso que una vida práctica es más mala que poder vivir soñando”.
Teresa Gisbert, arquitecta boliviana.

Imagen
“Evidentemente, lo que ha cambiado son las funciones del arte. En el periodo barroco nadie pensaba 'estoy haciendo arte', sino que los pintores, escultores, arquitectos, talladores realizaban creaciones bellas, eso sí, pero con funciones muy particulares: catequizar, evangelizar, educar, etc. En cambio, en la actualidad lo que un artista dice pretender es el placer puramente estético. El origen de este cambio está en el periodo del romanticismo, cuando surge la noción del artista interesado más en expresar sus pasiones, sentimientos e ideas. En uno y otro caso, es arte. Lo que resulta apasionante en este trabajo de revisar la historia es que se van encontrando pautas que te ayudan a entenderte como persona y como pueblo. Muchas de las cosas de hoy las encuentras en el pasado y entonces te percatas del origen de muchos problemas. Hay mucho del barroco en los latinoamericanos y en el mundo si se piensa en el peso de la imagen. Hay quienes sostienen que se vive el neobarroco por el culto y el uso de la imagen para educar y promover sistemas de pensamiento. Hoy vivimos rodeados de imágenes: televisión, publicidad, forma de vestir, etc. Temas dignos de estudio y de una postura crítica como no hubo durante el barroco”.
Janneth Rodríguez Lóbrega,
licenciada en artes
de Venezuela.

Integral
“El concepto de la creación artística ha evolucionado y a veces también involucionado. El periodo barroco es muy importante porque pretende alcanzar una concepción integral que no siempre se ha dado en otros periodos. Al mismo tiempo que tiene objetivos muy concretos en el campo religioso y concepciones muy precisas sobre las formas por ejemplo, se extiende hasta alcanzar a la música, la literatura, etc. Enmarcado en la contrarreforma —la respuesta a Lutero y Calvino— articulada por San Ignacio y los jesuitas, lo que busca esta expresión es que se la sienta muy cercana en lo material a la realidad o a la vida (colores, formas), proyectando al mismo tiempo hacia lo celestial. En la arquitectura se crea la planta barroca en función de la elipse, de elementos contenedores de la feligresía y, al mismo tiempo, se provocan rompimientos a través de la pintura en bóvedas que presentan el paraíso, carros alegóricos y otros motivos que le dicen a la gente que eso le espera si cumple las normas y participa. En éste, como en otros periodos, hay elementos de la identidad nuestra que de pronto se pierden de vista por la globalización u otras influencias ajenas. Conocerlas puede aportar a comprender muchas situaciones contemporáneas y orientar en las políticas de un desarrollo integral”.
José Correa Obregoso,
arquitecto peruano.

Miedo
“El origen de la palabra arte no se relaciona con la expresión plástica como la entendemos hoy, sino con las artes liberales como la geometría, la retórica, la matemática, etc. Es decir, una actividad que hasta la edad contemporánea estuvo muy reglamentada y ordenada, y se juzgaba con parámetros objetivos y no subjetivos como sucede ahora. Y esto es importante de comprender pues a veces nos acercamos al arte de hace varios siglos con juicios y parámetros actuales. Sobre si todavía nos queda algo del barroco hay que decir que depende de lo que se entiende con esta definición. En Europa hay cada vez mayor consenso para no usarlo como adjetivo sino como un periodo de tiempo en el que conviven muchas tendencias y estilos diferentes. Así, no es una cosmovisión. En América es todavía un periodo poco estudiado”.

Javier Portús,historiador de arte y restaurador del barroco español.
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