¿Cuáles son los mitos más populares en Bolivia?
Bolivia es un país lleno de historias que han ido de generación en generación sin importar el lugar en el país.
Bolivia es un país lleno de historias que han ido de generación en generación sin importar el lugar en el país.
Bolivia es un país caracterizado por su diversidad y su mitología. Su cultura se ha conformado a partir de las influencias de gran variedad de grupos étnicos que han habitado su territorio, y la impronta de la cultura europea que dejó la colonia española.
Las principales leyendas y mitos de Bolivia integran elementos indígenas con creencias católicas. Las más resaltantes son el guajojó, un ave que solía ser una mujer; el jichi, un genio guardián; y Chiru Chiru, un ladrón que ayudaba a los pobres, entre otras.
Te puede interesar: Bolivia frena la subasta de una jarra prehispánica en un anticuario
Por eso, en Bolivia.com decidimos hacer un top de las 7 leyendas y mitos más populares de nuestro país.
7. Chiru Chiru
Chiru Chiru era un ladrón que vivía en las minas, una especie de Robin Hood que repartía lo que hurtaba entre los pobres.
Un día un minero lo encontró robando y lo hirió. Cuentan que cuando fueron a buscarlo a su cueva, donde se refugió luego del ataque, encontraron su cadáver junto a una imagen de la Virgen. Desde entonces, la cueva de Chiru Chiru se volvió un lugar sagrado.
6. El cuidador de minas
“El tío”: así se conoce al protector del mundo subterráneo en Potosí. Allí, donde los dominios de Dios no alcanzan, los mineros se han entregado a la tutela del diablo, a quien apodaron “el tío”.
Después de siglos de explotación minera iniciada por la colonia española e innumerables muertes (se dice que superaron los ocho millones), aún pueden encontrarse en los pasillos de las minas figurines rodeados por cervezas, cigarros e incluso animales sacrificados en adoración al tío, para que este los proteja.
Los riesgos para los mineros son muy altos. Algunas de las causas de muertes de estos trabajadores son los rudimentarios equipos de protección, la falta de oxígeno, las posibilidades de accidentes y la constante amenaza de la enfermedad negra pulmonar.
La adoración al diablo le da a estos hombres y niños la esperanza de protección. Mientras el tío esté contento, podrán regresar a casa.
5. El jichi
Los chiquitanos creen en un genio guardián que cambia de forma. Aunque a veces es sapo y otras tigre, su más común manifestación es la de la serpiente.
Resguarda las aguas de la vida y por esto se esconde en ríos, lagos y pozos. A veces, como castigo para quien no valora este recurso, se va y deja atrás la sequía.
Al jichi hay que rendir tributo, porque si se molesta pone en peligro la prosperidad de la pesca y la supervivencia de los pueblos.
4. Lluvia y sequía
Cuenta la historia que Pachamama (la tierra) y Huayra Tata (el viento) eran pareja. Huayra Tata vivía en el tope de cierros y abismos, y cada cierto tiempo bajaba y vaciaba el lago Titicaca para fecundar a Pachamama, dejando luego caer el agua en forma de lluvia.
Cuando se quedaba dormido en el lago, las agua se turbaban, pero siempre regresaba a las cumbres, que eran sus dominios.
3. Origen del maíz
Un día el dios Ñandú Tampa se encontró a unos mellizos, Guaray (sol) y Yasi (luna), jugando solos en el monte. Al verlos pensó que serían buena compañía para el dios padre Ñanderu Tampa y velozmente los atrapó y se fue volando a entregarlos.
La madre escuchó a sus hijos y corrió hacia ellos, pero no pudo sino tomarlos de los pulgares del pie, que se quedaron en sus manos mientras el dios Ñandú seguía obstinadamente su camino.
Tiempo después, el dios padre le ordenó en sueños a la madre que sembrara los pulgares de sus hijos. Después de un largo período de sol y lluvia, comenzaron a crecer grandes plantas con forma de lanza del lugar en donde enterró los dedos de los mellizos.
De estas plantas comenzaron a salir frutos con granos de distintos colores: amarillos, blancos y morados, como regalo del dios padre.
2. El guajojó
En la selva, después de caído el sol, se escucha el canto del guajojó. Dicen que es casi un llanto, un sonido desgarrador que deja trastocado a quien lo escucha.
Su canto se oye en la selva, en algunas regiones del Amazonas. El guajojó es un ave, pero según cuenta la leyenda, antes fue mujer.
Era la hija de un cacique que se enamoró de un hombre de su misma tribu. Al enterarse, su padre utilizó sus poderes de hechicero para matar al pretendiente en el espesor de la selva por no considerarlo digno.
Cuando la india comenzó a sospechar por la prolongada ausencia de su amado, fue a buscarlo. Al encontrar los restos del crimen amenazó a su padre con denunciarlo ante la tribu. Para protegerse, el cacique la convirtió en ave. Desde entonces está por allí llorando la muerte de su amado.
1. Leyenda chiriguana
Según los chiriguanas, etnia tupí-guaraní que ocupó territorios bolivianos, el origen de esta leyenda está en la historia de dos hermanos: Tupaete y Aguara-tumpa, el bien y el mal, creación y destrucción.
En tiempos lejanos, Aguara-tumpa estaba celoso de la creación de su hermano y quemó todos los campos y bosques en donde habitaban los chiriguanos.
Para protegerlos, Tupaete les recomendó mudarse a los ríos, pero su hermano se negó a rendirse e hizo llover hasta que toda la chiriguania se inundara.
Ya rendido ante el destino, Tupaete habló a sus hijos. Todos morirían. Sin embargo, para salvar la raza los mandó a elegir entre todos sus hijos a los dos más fuertes, para meterlos en un mate gigante.
Así, los dos hermanos se mantuvieron protegidos hasta que Aguara-tumpa creyó extintos a todos lo chiriguanos y dejó que los campos se secaran. Los niños crecieron y salieron de su escondite.
Los niños se encontraron a Cururu, un sapo gigante que les dio el fuego y les permitió sobrevivir hasta que fueron suficientemente grandes para reproducirse y recuperar la raza chiriguana.
Puedes ver:
Bolivia.com