Un boliviano muere en el descenso del Everest

Sociedad - Miércoles, 16 / Jun / 2004
 
(La Paz - La Razón)
Bolivia.com
Nils Antezana llegó al pico más alto del mundo el 18 de mayo de 2004. Luego de 35 minutos en el lugar, emprendió el camino de regreso, pero jamás terminó su tarea. Su cuerpo no fue encontrado.

El 18 de mayo de 2004, Nils Antezana fue el segundo boliviano y el segundo hombre de mayor edad en alcanzar la cima más alta que se había trazado en su vida: la cúspide del monte Everest.

Sin embargo, como afirman varios alpinistas, en la altura tan impresionante del monte da la sensación de que se puede alcanzar el firmamento con los dedos. Quizás lo que le sucedió a Nils “fue que decidió quedarse allí, ya que estaba tan cerca a Dios”, dijo uno de sus amigos.

Esta era la cuarta oportunidad en que el boliviano participaba en una expedición al monte que divide Nepal del Tibet. En compañía de su amigo, Gustavo Lisi —un guía argentino de alpinismo—, entre otras personas, Antezana emprendió la larga cuesta de 8.848 metros de altura.

En su página de internet (www.altaaventura.com), Lisi cuenta que su compañero llegó al pico de la montaña muy exhausto. Sin embargo, no se imaginó que esa sería la última vez que lo vería con vida. Al llegar al punto del monte conocido como el Balcón, a 8.400 metros, Antezana desfalleció. Sus piernas no respondían, cuenta Lisi, por lo que lo dejaron en el lugar con un tubo de oxígeno, creyendo que cuando se recupere bajaría el monte.

Días después, su hija Fabiola viajó a Katmandú para averiguar las circunstancias en las que su padre, un hombre atlético, con buena resistencia física, falleció.

Antezana nació en Bolivia el año 1935. Cursó la carrera de medicina y terminó sus estudios en la ciudad de Washington, Estados Unidos en 1963. Pasó un par de años en un hospital militar en Delawere, y luego volvió a la capital estadounidense, donde conoció a la que fue su esposa hasta el fin de sus días, Gladys Sologuren, con quien tuvo dos hijos.

Fue jefe de Patología en el hospital Jefferson Memorial en Alejandría durante varios años, y aunque dedicaba gran parte de su tiempo a su carrera, su gran pasión siempre fue la aventura.

Su hija dijo al periódico estadounidense Washington Post que su padre siempre tuvo un “espíritu aventurero”, que despertó en los últimos años de su vida.

Un amigo de Antezana, David Okonsky, afirmó que no quería aprender las cosas simplemente de los libros, sino que deseaba experimentarlas por sí mismo.

Fabiola cuenta que aproximadamente hace 10 años, su padre cumplió un sueño de infancia al recibir su licencia de piloto. Una semana después, se compró un avión Cessna de un solo motor, en el que pasaba su tiempo disfrutando de la vista que le proporcionaban las alturas. Además de la aeronavegación, Antezana practicaba el windsurf y el buceo con escalafandra autónoma.

Las ganas de disfrutar la vida formaron parte de los días de este boliviano, quien —según su hija— nunca subió ni un gramo de peso desde el día en que contrajo matrimonio hasta el día en que falleció en el monte de sus sueños. Fabiola asegura que su padre, por décadas habló de llegar a la cima del Everest. En su preparación, Antezana escaló el Illimani el año 2000, el Sajama el 2001, el Huayna Potosí y el Aconcagua el 2003. 35 minutos en la cima de la montaña más alta del mundo bastaron para que este boliviano decida que, después de ésta, no habría otra aventura similar.
Redacción Central y Washington Post.

El Everest y sus fantasmas

Los espíritus de los aproximadamente 200 alpinistas muertos en el monte Everest, aún rondan el lugar, según el sherpa que tiene el récord de velocidad en la ascensión del monte, Pemba Dorji Sherpa.

“Estaba a punto de batir el récord y me detuve tres veces, entre 8.000 y 8.748 metros para beber té. Allí, en una peña, vi espíritus que parecían sombras negras venir hacia mí, tenderme las manos y pedirme algo para comer”, asegura Pemba.

Según los científicos, no se trata más que de la imaginación de una persona sometida al cansancio, estrés y la falta de oxígeno por la tremenda altura a la que se encuentra.
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