La eutanasia, la clonación... Los científicos avanzan y apenas reparan en cuestionamientos morales. La bioética no termina de rayar las fronteras.
Sofía Gutiérrez tiene 45 años e insuficiencia renal crónica. Tres veces por semana debe conectarse a una máquina y hacerse una hemodiálisis. Hace varios años que dejó de trabajar como maestra y agradece no haber tenido hijos que sufran mirándola consumirse cada día, cada hora.
Su esposo, Armando Murillo, es ingeniero y hasta el año pasado pagó el tratamiento no con holgura, pero sí prescindiendo de los endeudamientos. Mas el mes pasado la pareja tuvo que hipotecar su casa.
Sofía sufre, física y emocionalmente. Pero vive, aunque con un sentimiento entre amargura e impotencia. En Año Nuevo le dijo a su marido que ya no quería una hemodiálisis más. “Ya he sufrido mucho... que la naturaleza haga lo que tiene que hacer”, le dijo. “Yo, por amor y por moral, no puedo dejarla morir”, dice él.
La ciencia trabaja con el fin de darle a ella y a millones de enfermos la posibilidad de alargar su vida. Así es como ha llegado a la fabricación de órganos mecánicos, a la utilización de partes de animales, a la elaboración de bebés a pedido y hasta a la clonación. ¿Bendición o castigo?
El Papa Juan Pablo II dijo hace poco que no tenía nombre el hecho de utilizar todos los métodos posibles para mantener con vida a los enfermos desahuciados. Alentó a los científicos a continuar la búsqueda de tratamientos, pero recordó que “el ser humano es un ser limitado”. Entonces, ¿dónde está el límite de la ciencia?
Con la tecnología, “lo único que se logra es prolongar el proceso de la muerte, pero a costa de mayor sufrimiento”, dice Vicente Gutiérrez, presidente del Tribunal de Etica del Colegio Médico de Bolivia.
Mientras Juan Pablo II hablaba de respetar la muerte y poner límites a los avances científicos, una mujer británica paralizada desde el cuello hasta los pies obtuvo el derecho a morir, en un caso judicial sin precedentes en el Reino Unido. La paciente, una trabajadora social de 43 años cuyo nombre no ha sido divulgado, se enteró del fallo del Alto Tribunal de Gran Bretaña desde la cama del hospital
donde se encuentra, a través de una grabación de video. Y lloró de emoción. Ahora podrá firmar su propia sentencia de muerte.
Hay casos en los que un paciente con muerte cerebral ha sobrevivido hasta tres años con los cuidados de su familia. Gutiérrez recuerda el día en que en San Pablo, Brasil, vio recuperarse a un enfermo después de dos años de estar en coma profundo.
En países en vías de desarrollo, como el nuestro, la realidad es otra, los médicos muy pocas veces se ven frente al cuestionamiento de seguir aplicando o no la tecnología. La falta de recursos tecnológicos es el primer freno y las cosas suceden casi por inercia, dice la doctora María Luz Almendros. En casos como el de Sofía es el paciente el que decide en última instancia.
Pero la omnipotente ciencia sigue avanzando. La clonación, la transferencia de embriones y los transgénicos son conceptos que asustan a los conservadores y a los que no lo son tanto, mas el científico es un campo en el que lo prohibido es un reto.
Los implantes de todo tipo, con chips y nanotecnología aplicada, serán opciones a corto plazo, lo que no deja de significar una amenaza para los propios médicos, que son, ante todo, mortales y tienen una moral que defender, dice el doctor Gutiérrez. ¿Cuál moral? La bioética les muestra dos caminos: no hacer daño y hacer el bien. O, lo que es lo mismo, preservar la vida y respetar la muerte.
Entrevista
“La muerte es algo que debe llegar”
María Luz Almendros, Dra. y delegada episcopal.
¿Cuál es el límite de la ciencia frente a la tecnología?
Se requiere un criterio y una conciencia muy formados, para saber lo que uno puede y no puede hacer. La ciencia puede hacer muchas cosas, pero ¿la conciencia debe responder a la tecnología o ser humana y poner límites? Hay que dar paso a la muerte natural cuando ya no hay respuesta.
¿Esto es algo que debe conflictuar a los médicos?
Sí en el caso de uno que quiera responder por su ego y decir “yo puedo por soberbia”. Uno puede usar la tecnología en cuanto pueda favorecer la vida humana, de lo contrario hay que dejar que la naturaleza actúe.
¿Y cuando el paciente quiere o pide morir?
En la vida el dolor
tiene su significado también; es algo que puede ayudar a sobrellevar la enfermedad. Lo que sucede es que en una sociedad tan permisiva todo parece que se puede decidir, queremos una vida regalada, que el sufrimiento no exista y éste siempre va a existir porque es algo que está dentro del espíritu. Si los médicos queremos que el sufrimiento no exista, no lo vamos a conseguir nunca, hemos estudiado para salvar vidas, pero hay que estar conscientes de que la muerte debe llegar.
Hay quien dice que la ciencia debe seguir su curso.
Y es lógico, pero uno tiene que poner límites. Es importante la formación de la conciencia, queremos evitar el dolor y dar calidad de vida, pero a lo mejor no es eso lo que busca el paciente.
¿Y los intereses de carácter económico?
En países desarrollados eso es lo importante. Se evalúa si es productivo lo que se está haciendo y eso lo evalúan los científicos, no la familia. Yo creo que es un arma de doble filo.
La eutanasia riñe con la práctica médica
Según la Asociación Médica Mundial, la eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Ello no impide al médico respetar el derecho del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de una enfermedad, dice un documento de su página web.
La organización también condena los suicidios con ayuda médica, ya sea a través de la desconexión de una máquina o proporcionando dosis mortales de medicamentos.
“El suicidio con ayuda médica y la eutanasia son contrarios a la ética y deben ser condenados por la profesión médica. Cuando el médico ayuda intencional y deliberadamente a la persona a poner fin a su vida, entonces actúa contra la ética. Sin embargo, el derecho de rechazar tratamiento médico es un ejercicio básico del paciente y el médico actúa éticamente si decide respetar el deseo del enfermo”, señala el sitio en internet.
Frente a frente
Un caso • La jueza del Alto Tribunal de Gran Bretaña, Elizabeth Butler-Sloss, autorizó hace dos semanas la eutanasia a favor de una mujer con parálisis total.
Elogió el “el gran valor y determinación que la mujer demostró” y consideró que la paciente tenía la capacidad mental necesaria para pedir que se le desconecte la máquina que la mantiene viva.
Una visión • La Iglesia Católica condena este tipo de prácticas y se opone a otros accionares científicos, como la clonación o la manipulación genética. El único que puede decidir sobre la vida de un ser es Dios, pues él lo creó, ha dicho en repetidas ocasiones el Santo Padre. “En nombre de la ciencia no se puede profanar el templo viviente que ha creado”.
Punto de vista
“El único límite será la ética”
Vicente Gutiérrez. Colegio Médico de Bolivia.
El acto médico tiene dos principios morales: preservar la vida y aliviar el sufrimiento. Generalmente van juntos, pero en algunos momentos pueden ser contrarios. Marcar el momento en que ya no hay nada por hacer depende de muchos factores, pero lo importante es no prolongar la agonía del paciente cuando no hay posibilidad de recuperación o que lleve un nivel de vida aceptable.
Lo que hay que tener claro es que en el desarrollo de la ciencia y la tecnología no va a existir límite. Va a llegar el día que todo aquello que nos haga falta lo vamos a fabricar.
El hombre está destinado a llegar a las estrellas y para ello es necesario tener mayor cantidad y calidad de vida. Va a ir perfeccionando su cuerpo, hay enfermedades como la diabetes que se van a eliminar y la ciencia continuará avanzando.
El límite de la conducta del médico se va a enmarcar en la bioética. Entonces, ¿por qué preservar la vida? Hay que establecer el límite entre no hacer daño y hacer el bien. En ese marco se analizan temas como el trasplante de órganos, la transferencia de embriones, la clonación, los transgénicos, todo aquello en lo que la ciencia ha cambiado el curso natural.
El médico del futuro va a basar su accionar en los dos principios básicos, va a acompañar la investigación científica y los avances sin conflictuarse porque el comportamiento ético siempre está presente. Si la ciencia ofrece los recursos es para usarlos dentro del marco ético, porque lo que antes estaba prohibido, hoy se empieza a abrir espacios.