Estudio: Tres millones de personas carecen de acceso a electricidad
Sociedad - Martes, 14 / Dic / 2010
(PIEB)
Un estudio de aproximación a la realidad de acceso a servicios básicos de las familias rurales bolivianas informa que aproximadamente tres millones de personas carecen de energía eléctrica.
El ingeniero eléctrico y especialista en economía ecológica, Miguel Fernández realizó la investigación sobre el tema, en el marco de una serie de estudios que pretenden alimentar el debate de la política energética en el país, impulsados por la Plataforma Energética del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
“Se trata de un análisis de la realidad energética rural, sobretodo de la población aislada y dispersa. Alrededor de tres millones de personas no tienen energía eléctrica en Bolivia en este momento, es decir, aproximadamente unas 600 mil familias, y casi cuatro millones usan la leña como fuente principal de energía”, señala.
El trabajo plantea que la gente que no tiene energía pertenece a comunidades formadas por menos de 20 familias, cada una de ellas distanciada entre 200, 300 y hasta 500 metros, factor que impide extender la red eléctrica. Otras familias habitan zonas inaccesibles, como el norte del país, o parques nacionales donde no hay forma de introducir energías convencionales.
La investigación muestra, entre otros resultados, la estrecha relación entre los bajos índices de cobertura de servicios energéticos y la pobreza rural y, las potenciales posibilidades de cambiar dicha realidad utilizando tecnologías de energías renovables de baja tensión.
El estudio observa que las familias rurales, debido al acceso limitado de energía, recurren al uso de pilas, velas, mecheros y leña; y, en términos reales, pagan más por servicios de energía de baja calidad.
Las limitaciones afectan también el nivel doméstico, esto se traduce en la falta de iluminación en la noche; el uso de leña en la cocina se convierte en un tema de contaminación para las mujeres e hijos a causa de la emanación de humo.
Si las poblaciones aisladas gozarían de energía eléctrica podrían tener mejor acceso al agua mediante el sistema de bombeo con ayuda de electricidad y, así, evitar largos viajes para el acarreo de ese recurso.
Las limitaciones sociales también son consecuencia del problema energético, como la restricción a la salud por falta de instalación de hospitales, inacceso a la comunicación e información, entre otros.
El tema productivo, también se ve afectado, porque de tener energía podrían iniciarse pequeños procesos de industrialización.
“Creemos que se deben aplicar políticas, estrategias de financiamiento y tecnología porque en el área rural se percibe un tema de inequidad muy fuerte; la gente más pobre del país tiene menos acceso a la energía y si quiere acceder a ella debe pagar el doble o triple de lo que cuesta la misma unidad de energía en la ciudad. El acceso a la energía podría ser un elemento clave para resolver el tema de pobreza y a la oportunidad de desarrollo”, dice Fernández.
Para más información sobre el estudio el contacto es miguel@energetica.org.bo
El ingeniero eléctrico y especialista en economía ecológica, Miguel Fernández realizó la investigación sobre el tema, en el marco de una serie de estudios que pretenden alimentar el debate de la política energética en el país, impulsados por la Plataforma Energética del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
“Se trata de un análisis de la realidad energética rural, sobretodo de la población aislada y dispersa. Alrededor de tres millones de personas no tienen energía eléctrica en Bolivia en este momento, es decir, aproximadamente unas 600 mil familias, y casi cuatro millones usan la leña como fuente principal de energía”, señala.
El trabajo plantea que la gente que no tiene energía pertenece a comunidades formadas por menos de 20 familias, cada una de ellas distanciada entre 200, 300 y hasta 500 metros, factor que impide extender la red eléctrica. Otras familias habitan zonas inaccesibles, como el norte del país, o parques nacionales donde no hay forma de introducir energías convencionales.
La investigación muestra, entre otros resultados, la estrecha relación entre los bajos índices de cobertura de servicios energéticos y la pobreza rural y, las potenciales posibilidades de cambiar dicha realidad utilizando tecnologías de energías renovables de baja tensión.
El estudio observa que las familias rurales, debido al acceso limitado de energía, recurren al uso de pilas, velas, mecheros y leña; y, en términos reales, pagan más por servicios de energía de baja calidad.
Las limitaciones afectan también el nivel doméstico, esto se traduce en la falta de iluminación en la noche; el uso de leña en la cocina se convierte en un tema de contaminación para las mujeres e hijos a causa de la emanación de humo.
Si las poblaciones aisladas gozarían de energía eléctrica podrían tener mejor acceso al agua mediante el sistema de bombeo con ayuda de electricidad y, así, evitar largos viajes para el acarreo de ese recurso.
Las limitaciones sociales también son consecuencia del problema energético, como la restricción a la salud por falta de instalación de hospitales, inacceso a la comunicación e información, entre otros.
El tema productivo, también se ve afectado, porque de tener energía podrían iniciarse pequeños procesos de industrialización.
“Creemos que se deben aplicar políticas, estrategias de financiamiento y tecnología porque en el área rural se percibe un tema de inequidad muy fuerte; la gente más pobre del país tiene menos acceso a la energía y si quiere acceder a ella debe pagar el doble o triple de lo que cuesta la misma unidad de energía en la ciudad. El acceso a la energía podría ser un elemento clave para resolver el tema de pobreza y a la oportunidad de desarrollo”, dice Fernández.
Para más información sobre el estudio el contacto es miguel@energetica.org.bo