Una aplicación de móvil para dar a conocer los sabores callejeros de La Paz
Dar a conocer la gastronomía popular y vencer la desconfianza de los comensales hacia la comida de la calle es el reto de Nataly Rojas y Miguel Ángel Angulo, dos jóvenes bolivianos que trabajan en el desarrollo de la aplicación "Menú del día" para teléfonos celulares y tabletas.
Dar a conocer la gastronomía popular y vencer la desconfianza de los comensales hacia la comida de la calle es el reto de Nataly Rojas y Miguel Ángel Angulo, dos jóvenes bolivianos que trabajan en el desarrollo de la aplicación "Menú del día" para teléfonos celulares y tabletas.
Rojas, de 23 años, y Angulo, de 24, pretenden que su iniciativa sea una ayuda imprescindible para encontrar lugares donde comer rico pero también fiable en La Paz y El Alto, una idea premiada por el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD).
Si algo caracteriza las metrópolis bolivianas son sus negocios callejeros y no hay mercado boliviano sin "caseritas", las mujeres que regentan con labia y familiaridad los puestos de comida.
El propósito de la "App" es hacer "de la calle un restaurante", explica a Efe Nataly Rojas, quien remacha que en las ciudades del país no falta gente "que cocina rico, que hace sus platos".
Como doña Eduvige, que ofrece api a los transeúntes de la calle Calatayud de La Paz de ocho de la mañana a diez de la noche.
El api es una espesa bebida a base de distintas variedades de maíz que se toma sobre todo a la hora de la merienda. Tiene un sabor dulce y corpóreo, pero no empalagoso, y la "casera" lo ofrece a poco menos de un dólar la taza junto con dulces para acompañar.
"El maíz se muele, se hace fermentar uno o dos días y se le añade canela, clavo y anís", explica, y precisa que tiene que cocer mucho tiempo, si no, no tiene el sabor".
Ella regenta el puesto que su madre abrió hace 30 años y espera que la tecnología traiga clientes foráneos a su negocio. "Siempre la gente anda buscando cosas que en sus país no hay", dice Eduvige, que ya tiene clientas de Brasil y Argentina.
Los jóvenes impulsores de la App señalan que la idea, en la que trabajan desde hace tres meses, surgió de una necesidad al buscar ellos mismos lugares donde comer. Su proyecto ganó un premio del PNUD que les proporcionó un capital semilla de unos 1.500 dólares y la ayuda de un tutor que les asesora.
El prototipo incluye referencias con el plato principal de cada establecimiento, el precio, su localización y el horario. Lo más importante, dicen, es guiar al cliente hacia el auténtico sabor boliviano.
"¡Pruébelo, anímese casera!": Un hombre detiene a los paseantes en la avenida Buenos Aires, una de las principales arterias del comercio callejero paceño, y les ofrece un bocado de chicharrón.
Se trata del puesto de Elvira Bustillos y Janette Roque, madre e hija que desde hace 16 años cocinan chicharrón, un plato a base de carne de cerdo, mote -maíz cocido-, papa y chuño -un tipo de patata deshidratada y oscura típica de Bolivia-.
"Primero se cuece la carne condimentada un día antes y después se dora", explica Roque, que también ofrece fricasé, una sopa picante con ingredientes similares.
"Es un levantamuertos", asegura Angulo, que glosa las virtudes del plato para los días de "chaki" o resaca.
A pesar de su contundencia, hay quien lo toma como desayuno, ya que una de las características de este tipo de establecimientos es que ofrecen platos calientes a cualquier hora del día.
Rojas y Angulo también quieren aumentar la clientela de las mujeres, de modo que no tengan que trabajar tantas horas. "Hay quien se siente insegura por vender de noche", revela Rojas.
"Menú del día" recogerá además las opiniones de los usuarios y un texto de promoción escrito por las propias "caseritas", el equivalente virtual de los reclamos a viva voz.
Doña María es otra casera especializada en lechón y apanado (filete empanado de res asado al horno), que vende a unos cuatro dólares en diciembre y un poco más barato el resto del año, debido al alza navideña del precio del cerdo. Cocina los platos en su casa y los vende de nueve de la mañana a "una o dos de la tarde".
"Lo envuelvo como a la guagua (bebé) con los pañales", bromea, y asegura que es vital que el plato esté caliente.
Mientras, su hija Daniela, estudiante de Derecho en la universidad pública de La Paz, discute detalles de la aplicación con Rojas y Angulo, que le muestran el prototipo. En ella, que sabe más de internet, delega su madre la opción de promocionarse.
Los creadores de la aplicación le explican que cobrarán unos diez dólares al mes para aparecer en la ruta gastronómica, aunque las vendedoras eligen cuándo aparecer y pagar.
Negocio e inquietud social se mezclan en el proyecto, que aspira a sacar a los jóvenes de los formatos de comida rápida importados de EEUU y dar a conocer a los viajeros del mundo el sabor del país. EFE