Por: David Ferrer • Bolivia.com

La deforestación en Bolivia aumentó un 32% en un año

Los niveles de deforestación en el país no solo representan una alta tasa comparada con otros países de la región, sino que va en aumento. Quienes están interesados en expandir las fronteras agrícolas y ganaderas a como dé lugar serían los principales responsables.

Foto: Pexels
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Los niveles de deforestación en el país no solo representan una alta tasa comparada con otros países de la región, sino que va en aumento. Quienes están interesados en expandir las fronteras agrícolas y ganaderas a como dé lugar serían los principales responsables.

Bolivia ha vivido este año uno de los más calurosos de su historia reciente, presentando temperaturas poco usuales, un fenómeno que ha sido común mundialmente, pero que en Bolivia tiene causas específicas, más allá de su zona geográfica tropical; la deforestación juega un papel clave.

La deforestación de Bolivia ha pasado desapercibida durante mucho tiempo. Eso cambió cuando, según informes, Bolivia bloqueó una promesa de poner fin a la deforestación para 2030 en la cumbre del Amazonas que tuvo lugar en agosto pasado. Sin embargo, actualmente la situación no presenta mejoría.

El año pasado, Global Forest Watch ubicó a Bolivia en el tercer lugar del mundo en pérdida de bosques primarios, detrás de Brasil y la República Democrática del Congo. La deforestación de Bolivia es cuatro veces mayor que la de Brasil si se hace la comparación en porcentaje de habitantes, además de ello hay un importante agravante, en Brasil la deforestación disminuye, mientras que los niveles de deforestación en Bolivia están aumentando. Su tasa de pérdida de bosque primario aumentó un 32% de 2021 a 2022, según Global Forest Watch.

La mayor parte de esto está sucediendo en Santa Cruz, la región económicamente más dinámica de Bolivia, donde se produce la mayor parte de la soja y la carne vacuna, así como la caña de azúcar, el maíz y el sorgo.  Ejemplo de lo que sucede en Santa Cruz es la Chiquitanía, un ecosistema de bosque seco que forma parte de la cuenca del Amazonas. Casi una cuarta parte ha sido deforestada desde 1985.

La crisis que atraviesan los bosques bolivianos tienen como base, entre otras cosas, que en el país es más barato comprar tierras forestales y convertirlas en tierras de cultivo que invertir en tierras de cultivo existentes para mejorar su productividad y longevidad. Además, el valor de esa tierra aumentará, lo que da una idea del próspero negocio detrás de la agricultura en Santa Cruz.

Pese a que los porcentajes de inflación global han hecho que el valor de la tierra en Bolivia haya aumentado notoriamente, su precio sigue siendo acomodado en comparación porcentual al precio que manejan otros países de la región, lo que asevera aún más el punto anterior.

La expansión de la frontera agrícola ha sido un raro punto de acuerdo entre el gobierno central de La Paz y la élite económica de Santa Cruz; un acuerdo anómalo si se tiene en cuenta la brecha que hay en temas ideológicos entre uno y otro. Santa Cruz ha presionado durante mucho tiempo por una mayor descentralización.

Además de construir infraestructura y mantener bajos los impuestos sobre los bienes y la maquinaria agrícolas, el gobierno ha aumentado la cantidad de tierra que se puede deforestar legalmente y ha perdonado, de forma muy cuestionada, la deforestación ilegal.

En Bolivia, la deforestación ilegal rara vez se penaliza. Y cuando lo es, las multas son poco graves: pueden terminar pagando tan solo 20 centavos de dólar por hectárea, algo que en países vecinos se castiga con más contundencia. Por ello, para quienes tienen como objetivo deforestar los bosques aun de maneras ilegales, recibir una multa no tiene mayor injerencia cuando los resultados de esa deforestación tendrán un importante beneficio económico.

A fin de cuentas, expandir las fronteras agrícolas y ganaderas, antes que mejorar los terrenos fértiles que ya existen, supone un beneficio para quienes controlan el negocio. Como resultado de ello, ninguno de los partidos políticos locales o nacionales está en contra de la expansión de la frontera agrícola. Mientras tanto, en lugares como Roboré, las consecuencias se sienten al precio de sequías y suelos degradados, comunidades desplazadas e incendios forestales más frecuentes e intensos.