Arakuaa, la máquina que convierte plástico en fibra textil
Arakuaa es el proyecto boliviano que quiere potenciar la sostenibilidad a través de la tecnología. Convierten plástico en fibras.

Arakuaa es el proyecto boliviano que quiere potenciar la sostenibilidad a través de la tecnología. Convierten plástico en fibras.
Una máquina busca transformar plástico en fibra textil, el proyecto Arakuaa es boliviano y quiere impactar en las comunidades guaraníes, fomentando la sostenibilidad y la tecnología es fácil de replicar en el mundo.
“Vimos las dificultades en las comunidades guaraníes y (los pobladores) estaban abiertos al cambio, trabajaron antes con bolsas de yute, pero esta (tecnología) era nueva para ellos”, precisó Grecia Bello, una ingeniera boliviana que creó la máquina detrás de la transformación.
Bello se propuso reducir la contaminación que genera el plástico con la tecnología que creó. Además, busca ayudar a las comunidades indígenas guaraníes de la Chiquitanía boliviana, que fueron afectadas en la recolección de algodón y garabatá debido a los incendios forestales del año pasado.
Con Arakuaa los jóvenes guaraníes innovarán con los productos que se hacen en sus comunidades, como bolsas y accesorios. Un aporte importante, según contó Bello, es el uso de semillas propias de las comunidades guaraníes para poner distintos colores a las fibras textiles y el uso de plástico a base de fécula de maíz, denominado PLA.
Arakuaa significa ‘conocimiento’ en el idioma guaraní y Bello, de 24 años, quiso que ese saber se transforme en tecnología que sea accesible para cualquier emprendedor en Bolivia.
“Busqué qué cosas necesitábamos en Bolivia, hay solo máquinas industriales que cuestan millones, pero yo quise hacer tecnología que sea accesible para cualquier persona”, precisó Bello.
Con la colaboración de dos compañeros, la emprendedora diseñó la máquina durante un mes en el centro de producción digital, investigación y educación Fab Lab de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), en la ciudad oriental de Santa Cruz.
Después del diseño del artefacto, los profesionales la ensamblaron en tres días y dos noches, “sin descanso y sin dormir”, detalló la ingeniera boliviana.
Con ayuda de amigos recolectaron unas 3.000 botellas de plásticos (PET), las trituraron a mano e hicieron la primera prueba de campo de textiles porque antes “se tenía todo completo solo en teoría”.
La máquina funcionó y con esa seguridad se comenzó a generar fibras textiles de diferente grosor dependiendo el uso que iban a tener, que puede ser para confeccionar desde hilos, almohadas y hasta colchones.