Por: EFE • Bolivia.com

Bolivia vuelve a vivir el Carnaval de Oruro en medio de bailes y barbijos

Muchos cumplían su promesa de bailar tres años en agradecimiento a la virgen y otros decidieron participar esta gestión para pedirle salud o agradecerle que han podido superar la COVID-19.

Grupos de personas realizan la danza de la Sampoñada. Foto: EFE
Grupos de personas realizan la danza de la Sampoñada. Foto: EFE

Muchos cumplían su promesa de bailar tres años en agradecimiento a la virgen y otros decidieron participar esta gestión para pedirle salud o agradecerle que han podido superar la COVID-19.

Los bombos y platillos volvieron a sonar en las tradicionales morenada y diablada interpretadas por una hilera de fervientes bailarines bolivianos que se prepararon durante meses para llegar a los pies de la "mamita", la Virgen del Socavón, tras un año sin vivir a flor de piel el patrimonial Carnaval de Oruro por la COVID-19.

Los bailarines de las distintas danzas bolivianas se prepararon desde muy temprano para lucir sus coloridos trajes y sus elaborados maquillajes, que en algunos casos no se lucían totalmente por el uso del barbijo o una mascarilla transparente, una medida para evitar contagios de la COVID-19.

Las bandas de música también usaron sus mejores trajes para hacer su paso junto a los bailarines por los tres kilómetros de recorrido hasta llegar de rodillas al santuario de la Virgen del Socavón, la patrona de Oruro, dentro de una tradición del Carnaval de esa ciudad andina llena de fe y devoción.

Antes de comenzar a exhibir sus mejores pasos y las coreografías ensayadas para este carnaval, Patrimonio de la Humanidad desde 2001, los bailarines se colgaron los certificados de vacunación para que les permitan participar en el desfile folclórico, que es uno de los más llamativos en Suramérica.

"Estamos satisfechos de cumplir nuestra promesa con nuestra Virgencita del Socavón que siempre nos está cuidando", dijo a Efe Juan Velásquez que baila morenada desde hace años.

El recorrido

Las ansias de los bailarines por comenzar el recorrido, que muchos añoraron el año pasado, se mezclaba con la alegría de los visitantes que observaban desde las graderías.

"Estaba emocionada de volver a bailar con toda la fe hacia la virgen para pedirle su bendición, que derrame salud a todas las familias de todo el mundo", comentó a Efe Inés, que baila la danza awatiris.

Los bombos, los platillos y las trompetas empezaron a sonar, mientras los bailarines se ponían sus máscaras o se arreglaban sus vistosos sombreros para bailar para la Virgen del Socavón.

Muchos cumplían su promesa de bailar tres años en agradecimiento a la virgen y otros decidieron participar esta gestión para pedirle salud o agradecerle que han podido superar la COVID-19.

Inés y su agrupación llevaban crespones negros en su vestimenta como muestra de luto por todos los bailarines que fallecieron por la COVID-19.

El medio centenar de agrupaciones que congregan a miles de bailarines mostraron la riqueza cultural de Bolivia a través de danzas como la emblemática diablada, que entre saltos escenifica la lucha entre el bien y el mal que son representados por el arcángel San Miguel y Lucifer.

También se mostró la morenada, un baile de paso lento que rememora las danzas de los antiguos esclavos llevados de África a América.

De la misma forma se presentaron otras danzas como el tinku, los caporales, un baile muy demandado por los jóvenes, los tobas, la llamerada, entre otros que eran vitoreados a su paso por los visitantes.

Casi al final del recorrido, los devotos bailarines se arrodillaron y se sacaron los sombreros o las máscaras para ingresar al santuario del Socavón y rezarle a la virgen.

"Hemos rezado en la pandemia para que no nos pase nada, para que nos proteja", manifestó Velásquez.

Las graderías

Los visitantes, provenientes en su mayoría de otras regiones bolivianas, disfrutaron del carnaval desde las clásicas graderías instaladas sobre las aceras de las calles y avenidas que recorren los danzarines.

Muchos respetaron las medidas de bioseguridad como el uso del barbijo o el alcohol para desinfectarse, pero a medida que pasaba el tiempo, las personas empezaron a sacarse la mascarilla para cantar o beber.

Familias enteras o grupos de amigos aplaudían, cantaban y bailaban junto a los bailarines y grabando uno de los carnavales más emblemáticos de la región.

Las celebraciones de Carnaval se extenderán hasta el martes también en otras regiones de Bolivia que autorizaron la realización de desfiles folclóricos o fiestas.

Bolivia vive la desescalada de la cuarta ola de contagios de COVID-19 y el Ministerio de Salud pidió a la población acatar las medidas de bioseguridad en estos días festivos en el país.

El país acumula 893.048 contagios y 21.419 decesos desde la detección de los primeros casos en marzo de 2020.

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